Año CXXXV
 Nº 49.545
Rosario,
sábado  20 de
julio de 2002
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El municipio impuso una virtual veda musical en los bares del bajo
Cumpliendo una ordenanza los "llamó a silencio". Reacción de los dueños

Marcelo Castaños / La Capital

La Municipalidad impuso una suerte de veda musical en la zona del bajo e instó a los boliches ubicados en el área comprendida por Belgrano, Catamarca, Urquiza y Entre Ríos a que no difundan música por medios electrónicos, números en vivo o sistema digital "hasta tanto se conceda permiso de amenización musical".
En rigor, las autoridades no hicieron más que aplicar la ordenanza 7.218 que regula todo lo que son espectáculos públicos y que también establece restricciones en cuanto a la emisión de música. "Si un bar pide este tipo de amenización, deja de ser simplemente un bar y entra en la ordenanza", aclaró la directora de Registración e Inspección, Rosa Acosta.
Pero la medida cayó como un balde de agua helada en los boliches, que anoche se disponían a recibir más gente que de costumbre y celebrar a toda música el Día del Amigo. Tal es el caso de Diego Kraljev, socio de Animal, un restobar abierto hace dos semanas donde se pasa música funk, y que la madrugada de ayer recibió la visita de una inspectora con la mala nueva. La notificación aclaraba que no es suficiente la presentación del trámite de permiso de amenización musical, el que "no habilita al ejercicio del rubro solicitado", y amenaza con el apercibimiento y hasta la clausura del local que no cumpla.
Tal permiso, a pesar de haber sido tramitado por los propietarios de bares, no ha sido concedido por las autoridades a casi ningún negocio. Así lo expresó Kraljev a modo de denuncia y lo ratificó Acosta a modo de explicación: "Algunos no la van a tener nunca, porque están, por ejemplo, a menos de 200 metros del Pami I, y la ordenanza dice que deben respetar esa distancia de un centro de salud", afirmó, para recordar que "si quieren pasar música, deben tener el consentimiento de todos los vecinos linderos".
El problema se originó en las protestas de los habitantes por los ruidos que ocasionan estos locales. Pero un episodio habría sido determinante: la denuncia luego del último recital de Riff en el Centro de Expresiones Contemporáneas, que colmó la paciencia de los vecinos. El municipio no podía hacerse el distraído, por cuanto se trata de un espacio municipal que se alquila para recitales. No obstante, Acosta dijo que la normativa para el CEC no es la misma que para los boliches, ya que se trata de un espacio donde se ofrece música de manera ocasional, y se rige con otras reglas. "De todos modos, y en lo que hace al control del sonido, actuamos con el CEC como con cualquier otro lugar donde se ofrecen recitales", dijo la funcionaria.
Pero en aquella oportunidad cayeron en la volteada los boliches de la zona. Las quejas de la gente apuntan a que muchos bares "funcionan como disco, u ofrecen recitales como si fueran salas de espectáculos".
Acosta aclaró que en el lugar "todos los negocios, salvo Barabajo, están habilitados sólo como bares. Al ofrecer amenización musical están transgrediendo el rubro. Estamos tratando de que se adecuen a la actividad para la que fueron habilitados. Y no lo hacemos con ánimo de persecución, sino en cumplimiento de nuestra obligación y en pos de la convivencia entre los vecinos".
Pero los dueños, empleados, proveedores y no pocos habitué de los bares ven las cosas de otra manera. "Esto no perjudica solamente a los propietarios, sino que atenta contra toda una cadena que incluye a trabajadores y proveedores. Nos piden que tengamos el permiso de amenización musical pero no nos lo conceden. Nos prohíben pasar música y detrás de ellos viene Sadaic a cobrar. Nos están causando un perjuicio grande. Acá hay gente trabajando y familias enteras viven de esta actividad. No pueden dejar de contemplar esto, sobre todo en los momentos de crisis que estamos viviendo", remató Kraljev, acaso en representación del colectivo afectado.



Aseguran que los bares transgreden su naturaleza. (Foto: Alfredo Celoria)
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