Año CXXXV
 Nº 49.545
Rosario,
sábado  20 de
julio de 2002
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Análisis: ¿Será reversible el daño ocasionado?

Susana Merlo

Si la gente se guía sólo por buena parte de los medios de información, daría la impresión que el tema excluyente en el país es la política y las próximas elecciones. Sin embargo, no es así. En el campo, como en otros sectores, se sigue trabajando, intentando perder lo menos posible y, apostando a que el cambio de autoridades dentro de unos meses, también represente un cambio de escenario para la producción.
En realidad, sería lo más lógico tras el rotundo fracaso de ciertas medidas económicas que, aunque muchos sabían que estaban condenadas, otros quisieron llevar adelante y así resultaron. Ahora, no sirve mirar para atrás, sólo para rescatar la experiencia y no volver a cometer los mismos errores.
Pero, el hecho es que, si bien el campo adhirió históricamente a este esquema, y siempre apostó a futuro, lo que muchos se preguntan es qué tan reversible es el daño ya causado, especialmente en algunos rubros.
Por ejemplo, se sabe que desde fines de los `90 fue imposible alcanzar el récord de producción de granos del 97/98. Se fue dando, deterioro económico mediante, una paulatina caída global, a pesar de los récord de ciertos productos como la soja. Pero esta oleaginosa no es toda la producción del campo. Ni siquiera es la totalidad de la producción agrícola.
Ahora bien, si se analizan algunos indicadores de utilización de insumos de los últimos meses se observa, por ejemplo, que la caída en las importaciones de agroquímicos y fertilizantes durante el primer semestre de este año, respecto al mismo período de 2001, fue de 71% y 42%, respectivamente. Y, dado que aquí hay muy poca sustitución de importaciones en el corto plazo, resulta evidente que tal caída de volumen fue directamente a una menor utilización de estos insumos (en muchos casos básicos) a la producción.
Seguramente, y tal como están las cosas, durante esta segunda parte del año la tendencia se mantendrá aproximadamente igual. Por lo tanto, y aún si se ocuparan las mismas áreas de siembra, ¿se pueden esperar los mismos rendimientos de años anteriores?
La lógica indica que no, que sin buenos insumos, sin tecnología y sin recursos, será muy difícil mantener buenos resultados. La pregunta es: ¿cuánto se perderá? ¿Cuánto se dejará de producir? ¿Cuántas divisas dejarán de entrar el año que viene por esta razón? ¿Cuántos mercados se perderán por no poder abastecerlos en cantidad o en calidad?
Si vamos a otro rubro, como la lechería, la situación es peor aún. Allí se vienen dando caídas en la producción desde hace dos tres años tras haberse superado holgadamente el récord de diez mil millones de litros en el 98/99.
Pero para este ciclo, las previsiones están indicando una baja en la producción global de 25%, con la desaparición de cientos de tambos y la liquidación de cantidades aún no calculadas totalmente de vacas.
Aún cambiando dentro de unos meses las condiciones económicas generales, ¿es posible esperar que los tambos que cambiaron de rubro, que liquidaron sus rodeos o los achicaron al mínimo, vuelvan a los niveles anteriores?
Lo mismo se puede decir de otras actividades, como la fruticultura, los ovinos, porcinos, la forestación (ya estancada prácticamente por los dos últimos ciclos), etcétera.
Es evidente que algunos de estos retrocesos, con cambios de condiciones, pueden ir recomponiéndose luego paulatinamente, pero es más que probable que otros no vuelvan más y ese costo para el país, seguramente tampoco tendrá responsables.


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