David Nalbandian, quien recientemente se convirtió en el primer tenista argentino en alcanzar la final del abierto de Wimbledon, señaló ayer que esta actuación histórica será una bisagra en su vida, aunque indicó que espera seguir siendo el mismo hombre y mantener los pies sobre la tierra. "Las dos semanas que viví en Wimbledon no me las voy a olvidar jamás y sé que el hecho de haber llegado a la final me cambió la vida. Habrá un antes y un después de este torneo, pero espero no cambiar y seguir siendo el mismo", declaró Nalbandian, en una conferencia de prensa realizada en un hotel de la ciudad de Buenos Aires. El tenista oriundo de la localidad cordobesa de Unquillo, de 20 años y 14º en el ránking mundial, aclaró que es consciente de que desde ahora tendrá "mayores compromisos que afrontar", pero aseguró que se siente capacitado para tratar de superarlos de la mejor manera posible. "No sé realmente en qué me va a cambiar la vida esta actuación en Wimbledon, pero sé que se me van a presentar mayores compromisos y si bien aún soy muy chico, me siento maduro para afrontarlos y tratar de dar lo mejor para superarlos", explicó el argentino que cayó en la final con el australiano Lleyton Hewitt. Nalbandian se refirió a las sensaciones que recorrieron su cuerpo una vez finalizado el abierto de tenis londinense. "Es inexplicable lo que sentí. Jugar en Wimbledon ya es una emoción enorme y para el hecho de llegar a la final aún no encuentro una palabra que pueda describir lo que pasó por mi cuerpo. En un primer momento no lo podía creer y enseguida me acordé de toda la gente que me apoyó durante estos años", enfatizó el tenista. El cordobés confesó que uno de los momentos más lindos que vivió fue cuando concluyó la final con Hewitt y tras recibir la plaqueta, una persona del público le alcanzó una bandera argentina y dio una especie de vuelta olímpica por la cancha central de la Catedral del tenis. "Dar esa vuelta olímpica con mi bandera sobre el cuello y con los ingleses de pie fue algo impresionante. Por dentro pensaba que ellos me deberían odiar, pero no, fue todo lo contrario. Me ovacionaron de una manera que aún hoy me emociona", comentó. Por otra parte, el tenista, quien es dirigido técnicamente por Gabriel Markus, señaló que en la final la lluvia lo perjudicó luego de la primera suspensión porque había logrado emparejar el juego con Lleyton Hewitt, el número uno del mundo. "Tras la suspensión, volví con otra mentalidad y logré complicar a Hewitt, pero llegó la lluvia nuevamente y ya en el retorno, él demostró porqué es el número uno del mundo", señaló.
| |