Fernando Toloza - Valeria Krupick
Alberto Gutiérrez está en Canal 3 de Rosario casi desde su fundación. Comenzó en labores de mantenimiento y al poco tiempo lo tentaron para que hiciera iluminación. Aceptó el convite pero también se interesó por el trabajo de cámaras y de arte, aunque siempre detrás de la pantalla. Después de 36 años de trabajo, sigue activo y guarda en su "handicap" haber dirigido la cobertura televisiva para Sudamérica y Europa de la visita del Papa a la ciudad, además de haber visto y llevado a la gente otros hechos de la historia local como el Rosariazo. -¿Cuándo empezó a trabajar en Canal 3? -Empecé a trabajar como técnico de mantenimiento a los ocho meses de que el canal arrancase, hace 36 años. Cuando terminé ese trabajo, me propusieron hacer iluminación. Largué como ayudante de Luis Miotto, pero me metía en todo, ya que después de terminar mis obligaciones les pedía a mis compañeros hacer un ratito cámara o me iba a la sección de arte para revelar con los fotógrafos, donde estaban Domingo y Ramiro Nieto. Me gusta decir que alumbrar es una necesidad e iluminar es un arte. -¿Cómo era hacer televisión en los comienzos? -Era una cosa tremenda. Trabajábamos en vivo y si alguien se equivocaba, por ejemplo, al final del bloque, tenías que hacer el bloque completo de nuevo. En esa época el estudio estaba en la sala Mateo Booz y tenía un escenario muy chico para todo lo que se quería hacer. -¿Cuáles fueron las primeras experiencias? -Por suerte a alguien se le ocurrió que el escenario de la Mateo Booz se podía dividir con telones y se pudo concretar la idea de hacer tres programas a la vez. Esos programas fueron "Nace una estrella", "Pepona Popina" y "Polillas en el desván". Las escenografías las hizo Carlos Serrano, que fue un tipo muy inteligente y de gran visión de futuro. Aún hoy seguimos usando, cuando necesitamos algo en blanco y negro, escenografías que hizo Serrano. -¿Grababan sólo en la Mateo Booz? -No, también en la planta había, al principio, un estudio muy chiquito, de tres por tres. Ahí adentro era un infierno por el calor, y los periodistas estaban con camisa y corbata pero en calzoncillos (risas). Después se construyó el estudio 1, que hoy es el más grande del interior del país, donde podés tener armados hasta tres programas juntos. -¿Cómo era el trato con los conductores que venían de Buenos Aires a hacer programas? -Siempre le presté la misma atención a todo. Fuese algo de cinco minutos o de dos horas. Y con los conductores hice lo mismo. Me acuerdo que acá vinieron Bernardo Neustadt y Guillermo Brizuela Méndez, en la época en que estaban prohibidos en Buenos Aires. -¿Neustadt era como se lo conoce actualmente? -No. Era un hombre castigado. Pero yo siempre preferí a los periodistas de acá. El mejor con el que me tocó trabajar fue el Chango Sala. Lo que puedo saber de periodismo me lo enseñó él. Me acuerdo del programa que hicimos con el Chango y con el pintor Pérez Celis en la escenografía. Fue algo fantástico, porque nos reuníamos los tres para pensarlo. Por ese programa me nominaron al FundTV. De Neustadt, en cambio, no aprendí nada. Otra cosa fue Raúl Portal, que siempre fue un agradecido de la mano que le dio el canal cuando él no podía trabajar en Buenos Aires. -En los sesenta, cuando usted se iniciaba, fue el Rosariazo, ¿le tocó cubrirlo? -Sí, nosotros cubrimos todo. En el Rosariazo me acuerdo que lo acompañé a Ramiro Nieto a sacar fotos para la Editorial Abril y fue una cosa tremenda, donde sentías que ibas a dejar la vida. En la calle Córdoba entre España y Presidente Roca vimos la muerte de cerca, porque de un lado teníamos las balas y del otro las bombas molotov. También me acuerdo del gas lacrimógeno y que nadie te habría una puerta para dejarte proteger. Nunca dejamos de cubrir algo. -¿Cómo fue el cambio del blanco y negro al color? -El cambio al color fue pasar del día a la noche. Todo lo que sabía ya no servía para nada, y tuve que aprender todo de nuevo. En el blanco y negro lo importante era la fuerza de la luz, que se medía con un fotómetro. En el color, en cambio, lo importante era el calor, se usaba para ajustarlo un calorímetro. Tuve que ir varias veces a Canal 13 de Buenos Aires para poder aprender eso, nosotros somos hijos del 13. Además, entre tantas cosas valiosas que hizo Alberto Gollán, está el hecho de que para él que su gente se capacite era una inversión, y siempre te alentaba a viajar y a que crecieras, porque sabía que eso iba a beneficiar al canal. Con él también fui a Europa a visitar productoras y a seguir aprendiendo. -¿Cómo se vivió la censura durante el gobierno militar? -Eso lo deben saber los directivos. Nosotros sabíamos que estábamos controlados porque en el Correo se grababa toda la transmisión. Grababan durante las 24 horas los canales de televisión y las radios. -¿Qué fue lo más difícil que le tocó dirigir o iluminar? -El que dice que antes de salir un programa en vivo al aire no está nervioso, miente o es un inconsciente. Para mí siempre es un desafío y me gusta tener todo revisado, si se puede, por lo menos media hora antes de empezar. Así que cuando en los 80 me eligieron a mí para dirigir la televisación de la visita del Papa a Rosario no supe qué decir. Primero íbamos a salir en directo para toda Sudamérica, y después se agregó Europa. Ese, junto a la transmisión de la visita del rey Juan Carlos para poner la piedra basal del parque España, es uno de mis mayores orgullos. -¿Siente que hizo escuela? ¿Cómo toma las críticas? -Creo que sí hice un poco de escuela porque soy el más viejo en esto y los chicos que hacen cámaras en general vienen de la Peña Fotográfica, entonces aprendieron conmigo todo lo de televisión. En cuanto a las críticas, primero miro quién las hace. Si es alguien mejor que yo, le doy mucha bolilla, pero si veo que es alguien que no hizo nada, me limito a decirle "es tu opinión". -¿Qué mira hoy en televisión? -Lo que no veo son noticieros, porque está todo muy embromado y lo único que se ve es violencia. Hoy para mostrarte un choque te muestran la sangre y es toda una línea masoquista. Cuando yo dirigí "De 12 a 14" nunca mostramos sangre y por suerte esa es una conducta que se mantiene.
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