Washington. - Por primera vez desde que asumió el presidente George W. Bush, EEUU no puso fin a una prueba de poder en relación a un acuerdo internacional simplemente haciendo valer su autoridad. En vez de una amnistía total para sus ciudadanos frente a la Corte Penal Internacional (CPI), como si se tratara de un cheque en blanco, esta vez se contentó con un año de inmunidad. Para algunos se trata de un compromiso vago; para el Departamento de Estado, un compromiso aceptable, mientras que esta solución es, para los seguidores más conservadores de Bush, una derrota ineludible para la superpotencia. "Deseábamos que la Casa Blanca se mantuviera firme", se quejó el diario Wall Street Journal en un editorial. El acuerdo sobre la CPI es el primero en la historia que tiene derechos sobre países que no lo firmaron, por lo que se trata de una afrenta contra el derecho internacional, afirma el artículo. Se trata del eco de una opinión que prevalece en la derecha del gobierno republicano, que se enfrentará en noviembre a difíciles elecciones en el Congreso.
Después del compromiso, sigue rigiendo la misma máxima: EEUU no quiere que le recorten su poder y su soberanía. La CPI es una muestra de ello. Las medidas internacionales de Justicia son vistas como un peligro por temor a que Washington tenga que renunciar por ello a una decisión libre sobre su propio destino.
El peligro es aún mayor desde que, tras el fin de la Guerra Fría, EEUU se convirtió en la potencia mundial dominante, con muchos opositores y adversarios. El Pentágono apeló a la idea de que Estados pequeños podrían elevar demandas motivadas políticamente contra soldados y tropas de paz de EEUU. Otros, como el secretario general de la ONU, Kofi Annan, creen que esto es poco probable. El presidente del Parlamento Europeo, el irlandés Pat Cox, habló en una visita a Washington de una "hiperpotencia con un hipersentimiento de vulnerabilidad".
Pocas concesiones
Sólo cuando los intereses estadounidenses están a salvo, Washington se muestra dispuesto a hacer concesiones. Existen varios ejemplos. EEUU fue el único de los 178 Estados firmantes que boicoteó que se hiciera realidad el Protocolo de Kyoto de 1997. Además, canceló unilateralmente el tratado de antimisiles balísticos ABM con Moscú de 1972. Ya se trate del acuerdo internacional sobre la prohibición de armas biológicas, o el acuerdo para la destrucción de minas terrestres, EEUU siempre encuentra un pelo en la sopa.
No todos están contentos con ello en EEUU. En círculos liberales, estas decisiones no son vistas con buenos ojos. El diario New York Times lo resumió así: EEUU se encuentra al mismo tiempo en una posición única de poder, pero también atacable. Se trata de una superpotencia única, objeto de enemistad y desconfianza. "La administración Bush hizo todo lo posible por hacer todo sola y evitar todo emprendimiento internacional que EEUU no controle plenamente", dijo el rotativo.
En la disputa por la CPI, EEUU puso en peligro misiones de paz sin ningún tipo de escrúpulos, según el diario. "Washington debe ser un líder, no un aguafiestas, cuando se trata de esfuerzos por la cooperación internacional", afirma el periódico. (DPA)