Mauricio Tallone / La Capital
Antes de internarse en lo que será el segundo partido de Central en suelo salteño esta tarde a las 16 ante Juventud Antoniana, es menester sacudir el espinel que dejó la contundente superioridad ejercida frente a Nueva Chicago hace casi 48 horas.
Primero, una aclaración terminante: los canallas ganaron porque supieron enarbolar los eslabones de un fútbol de alto vuelo y porque interpretaron la precariedad del compromiso con la herramienta que más tienen a mano y que mejor conocen desde que Menotti está al mando del equipo. Traducido en verbo, esto significa: jugar.
Central ganó porque jugó bien y por eso la suma le salió redondita. Después, una sensación aún difusa ya que esto no desautoriza que apenas se trató de un experimento de pretemporada. Al equipo seguramente le falta rodaje, todavía entrega señales primarias pero valederas y ofrece indicios futbolísticos en algunos nombres que permiten ya entibar un diagnóstico precoz: convencimiento para usar el camino del toque para entrarle al rival, individualidades que parecen haberse puesto las pilas quizás movilizadas por la complejidad de la situación que les espera y un sostén colectivo adecuado para armar anticuerpos ante un rival, como fue Chicago, acostumbrado a infectarlos.
Todos estos postulados coinciden con el prisma de su entrenador. Que entiende lógico tal su definición que su equipo se trace esa meta, aunque sea en un amistoso y sin los porotos en juego, porque lo considera imprescindible para afrontar escollos más riesgosos como los que implican vivir durante un año con el martirio del descenso soplando la nuca.
Seguramente los alcances que tendrá la puja de esta tarde ante los salteños no ayudará demasiado en la tarea de saber si se está en presencia de un equipo en vías de consolidarse o de una simple lluvia del destino que eligió sentar jurisprudencia en Salta.
Pero al menos se sabe que en un lapso de 45 minutos el Flaco Menotti le hizo caso a su convicción y puso en cancha la base del conjunto que arrancaría jugando dentro de casi quince días el Apertura ante San Lorenzo.
A saber: De Castellano no se puede decir que es número puesto por respeto a un gran profesional como Tombolini. Pero que larga con ventajas en la pole position, larga con ventajas.
Por experiencia y entendimiento al juego que quiere el entrenador, la titularidad del Rifle está por caer. A favor de Tombo está que Menotti es muy afecto a respetarle el puesto a los jugadores cuando salen por lesión o suspensión. Y el pibe de Santa Isabel todavía no jugó ni un partido de entrenamiento porque se está recuperando de un esguince de tobillo.
La línea del fondo no invita a demasiadas incógnitas. Ferrari, Talamonti y Daniel Díaz ya tienen puesta la camiseta para salir al Gigante ante San Lorenzo. Seguramente estos días que quedan le darán al Flaco el aire que necesita para ponerle nombre propio al otro casillero. De acuerdo al pensamiento del DT, Rivarola es lateral y si está bien físicamente juega. De lo contrario, tiene gustoso a mano la alternativa de Juan Pablo Cárdenas. Lo que está claro es que Menotti no caminará por la arena movediza de las improvisaciones. En el baño va el inodoro y en las habitaciones la cama. Por eso en el medio los dos Quinteros, De Bruno y casi seguro Pino, serán los encargados de monitorear el juego para que Mandra y Figueroa aprieten el gatillo en la delantera.
Desde estas consideraciones, siempre propensas a los contratiempos de ocasión, Menotti busca que germine su semilla para que prenda en el equipo que cocina a fuego lento. Hoy tendrá otra oportunidad de demostrar que el árbol de once hojas y otras tantas ramificaciones que le hizo frente a los de Mataderos está en condiciones de soportar cualquier viento de circunstancia.
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La Ciudad
