Año CXXXV
 Nº 49.536
Rosario,
jueves  11 de
julio de 2002
Min 1º
Máx 13º
 
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Editorial
Una ciudad irrepetible

La pregunta sobre su propia identidad desvela a muchos rosarinos. ¿Existe una "rosarinidad"? ¿Tiene la ciudad rasgos marcados que permitan afirmar a sus habitantes que, tal como otras capitales de la República, Rosario es dueña de un carácter propio, reflejado -inclusive- en una cultura? Esas y otras preguntas son las que intentará develar, al menos en parte, un estudio encarado por la UNR cuyo primer paso es una encuesta destinada a averiguar: "¿Cómo somos?".
El sondeo ya ha comenzado. Desde los primeros días de este mes, un equipo conformado por treinta y cinco personas entre docentes y estudiantes de las carreras de Ciencia Política y Comunicación Social está recabando respuestas en las calles, entre la gente. Responderán el cuestionario cuatrocientas personas.
Costumbres, lugares, recuerdos. Paseos. Comidas y bebidas preferidas. Esos son sólo algunos de los elementos incluidos en la batería de interrogantes que los elegidos entre diversos grupos etarios y sociales tendrán que contestar. "Vamos en busca de una ciudad única e irrepetible", le contó a este diario Lucio Guberman, el director de la iniciativa, que se anima a asegurar que Rosario "tiene un pasado rico y no fue fundada, pero sin embargo hay una fuerte identidad. Supo explotar la idea de la Cuna de la Bandera y reconocer a sus figuras locales. Tuvo una actitud fuerte para salir a mostrar lo propio". Una visión sólidamente asentada en el optimismo. Pero también corresponde ver los elementos que conspiran contra la ciudad situada junto al Paraná: su proximidad con Buenos Aires, su excesiva dependencia de la capital provincial y también su juventud, reflejada en una historia con escasos referentes y una tradición que aún resta construir.
Pero el desafío encarado resulta apasionante y señala, en sí mismo, la existencia de una mentalidad nueva. Faltan pocos días para que Rosario festeje sus ciento cincuenta años, momento oportuno para que la reflexión sobre el origen y destino de la ciudad se convierta en eje de los debates. Desentrañar sus misterios, los mismos que le dan vida y le otorgan riqueza, es la tarea de quienes -hayan nacido o no aquí- la elijan para quedarse. Con virtudes y defectos, con innegables fealdades y verificable belleza, Rosario es una ciudad irrepetible. Tarea de sus habitantes es que en ella valga la pena vivir.


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