Año CXXXV
 Nº 49.536
Rosario,
jueves  11 de
julio de 2002
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Punto de vista: El imperio de la criaturas feas

Fernando Toloza / La Capital

Cuando en "Lilo y Stich" la pequeña hawaiana Lilo entra en una guardería de animales, las bestias están aterrorizadas. El culpable es Stich, un monstruoso extraterrestre. Pero lo cómico es que la fealdad de Lilo también podría haber provocado el horror de las criaturas.
Uno se pregunta: ¿no se sabe que la mayoría de la especie humana es fea, y que por eso se destacan unas pocas bellezas en las caras de modelos y actores, tal como el oro se destaca, por su menor cantidad, de los otros metales?
Si se sabe entonces que la belleza es menos frecuente de lo que se quiere, ¿por qué el cine para niños apuesta a la fealdad de la protagonista de una historia para niños?
Los años de prédica contra el mundo ilusión de Disney (que junto a algunas bellezas tenía sus verdaderos monstruos, porque qué otra cosa es el Pato Donald) parecen haber dado su fruto, y los estudios del viejo Walt decidieron ser más realistas: entonces, qué mejor fórmula para probar el realismo que la fealdad.
Quizá el truco que usó "Sdrek", de los estudios DreamWorks, al promover a una princesa gorda y fea, concretamente una ogra, animó a Disney a seguir el camino. ¿Pero no hay derecho a ver héroes bellos? ¿Quién quiere ver un reflejo de la realidad cuando va al cine a disfrutar un filme de dibujitos? Para eso se tiene el diario vivir y el mirarse en el espejo. En medio del sufrimiento de todos los días, se corre el riesgo de que el gusto por la belleza también se opaque.
Es cierto que Disney quiere dar el mensaje de que no hay que ser bello para tener lo mejor, en este caso la mejor mascota (Stich). Pero la elección de la estética del feísimo hace pensar que se lleva al espectador, lentamente, a hacerse a la idea de que la vida también es horrible en la pantalla grande y en el universo de los dibujos animados. Y, por sobre eso, una falsa elección pedagógica que pretende enseñar algo (la fealdad) a quien lo conoce de sobra. Pero por suerte, xenofobias aparte, Nicole Kidman también es hawaiana.


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