La búsqueda de Alan Perals, el nene de 7 años que el martes desapareció en aguas del arroyo Ludueña, continuó ayer sin resultados pese al intenso esfuerzo de familiares, vecinos y buzos tácticos de la policía provincial. Con la certeza de que el nene no quedó en el interior del canal, los socorristas libraban anoche la última batalla de la jornada para encontrar el cuerpo en la desembocadura del aliviador. A las 7 de ayer, buzos tácticos de la Unidad Regional I de Santa Fe reanudaron la tarea de rescate. Dos hombres subidos a un bote y amarrados a un trípode con cuerdas de soga recorrieron unos 600 metros desde donde comienza el entubamiento, en Chaco y Olivé, a una profundidad de entre 70 y 50 centímetros de agua. Previamente, familiares y vecinos de Alan rastrillaron la desembocadura del conducto con redes. Los socorristas llegaron hasta la alcantarilla de Maquinista Gallini y Olivé, pero sólo encontraron sedimentos, botellas de plástico, zapatillas en desuso y restos de madera. Luego atravesaron una boca de tormenta situada cien metros más adelante, con el mismo resultado: el cuerpo seguía sin aparecer. Cerca de las 16, dos buzos vestidos con equipos de rescate marrón y negro se sumergieron en la alcantarilla de bulevar Rondeau y Olivé. Recorrieron unos 60 metros hacia la desembocadura del conducto, pero no pudieron avanzar porque el sedimento de mugre obstaculiza el paso mientras numerosos vecinos seguían de cerca sus movimientos. "Por su seguridad se subieron nuevamente a la superficie", explicó Guillermo Bernardelo, encargado de operaciones de Defensa Civil. Entre el público estaban los familiares de Alan. El padre, con la vista clavada en el piso, parecía resignado y ya no esperaba un milagro. La madre, apoyada sobre la trompa de una autobomba de los Bomberos Zapadores observaba la escena, aunque no podía disimular la ansiedad y la desolación que la invadían. A unos pocos metros de allí, sobre la ochava norte del bulevar Rondeau, restos de basura almacenada eran la prueba de los obstáculos que debieron enfrentar los socorristas en la tarea de rescate. Dos horas después, la búsqueda en el interior del conductor se consideraba agotada. Y sólo quedaba una esperanza: que el cuerpo apareciera en la desembocadura del canal. Los socorristas recorrieron unos doscientos metros para continuar la búsqueda. Allí una lancha de la Prefectura, con tres hombres a bordo y un buzo sumergido en la búsqueda rastrillaba el lecho casi en forma circular, cerca del paredón que se levanta donde desagota el entubamiento. A unos pocos metros, un policía y un empleado de Defensa Civil en un bote activado con un motor colaboraban con la tarea. También se habían sumado a la búsqueda tres vecinos de Alan que navegaban en una canoa a remos. A las 19.30 sólo los efectivos de Prefectura continuaban con las tareas de rescate. Ya era de noche y lo hacían iluminados con un pequeño reflector apoyado en un camión de los Bomberos. Los socorristas estaban convencidos de que el cuerpo del nene había sido arrastrado por la correntada hacia la desembocadura porque "la basura que había en el conducto es liviana". "El cuerpo puede estar debajo de las tapias que forman los camalotes", arriesgó Guillermo Bernardelo. A las 22 los efectivos de Prefectura dieron por finalizada la búsqueda cuando también un guardacostas de esa fuerza ya había rastrillado la desembocadura del arroyo Ludueña en el río Paraná. El suceso se inició entre las 11.30 y 11.45 del martes cuando Alan jugaba junto a un amigo suyo sobre una especie de espigón de cemento del canal del Ludueña, en el barrio de Empalme Graneros. Mientras los chicos buscaban papeles de cigarrillos, el nene se acercó demasiado al borde, resbaló por una acumulación de barro y musgos y cayó al agua, unos metros antes de la boca del canal.
|  Buzos de la policía rastrillaron intensamente ayer el canal. (Foto: Marcelo Bustamante) |  | Ampliar Foto |  |  |
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