Año CXXXV
 Nº 49.531
Rosario,
sábado  06 de
julio de 2002
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Brutal ataque de delincuentes en barrio Martin
Tres ladrones le roban a una mujer al salir de una escribanía
Se llevaron 8 mil pesos cobrados por la venta de una casa. Sospechan que hubo un entregador

Tres delincuentes armados asaltaron a una mujer a la salida de una escribanía donde había cobrado 8 mil pesos como último pago de la venta de una casa. El trío se movió de una forma que para los investigadores policiales no hace más que reforzar la hipótesis de que se trató de un robo "entregado". Los ladrones esperaron en la calle en medio de una tarde tan desapacible que había transformado barrio Martin en un páramo. Después siguieron a la víctima hasta el auto en el que la esperaban dos amigas y a partir de ese momento todo fue una pesadilla de golpes, gritos y mucha tensión, que culminó unos 300 metros más adelante con los maleantes, ya con el dinero en su poder, huyendo en diferentes direcciones.
Gladys Zeballos está aterrada y a duras penas puede relatar lo que vivió con un hilo de voz. La mujer, que sufrió un tremendo culatazo en la nariz, está convencida de que alguien le envió a los matones para que la asaltaran. Idéntica presunción tienen en la seccional 1ª, donde se investiga el caso y creen tener una pista para detener a los ladrones.
"Damela plata que tenés guardada de la casa", gritó uno de los hombres mientras le apretaba el caño del revólver primero en la sien y después en el pecho. En ese momento, Gladys atinó a sacar 70 pesos que llevaba en la campera, pero el maleante no la dejó terminar. "No te hagás la tarada y dame las ocho lucas que te reviento", fue lo alcanzó a escuchar, sentada en la parte trasera del auto de su amiga, en el medio de dos hampones. Sus dos amigas también sufrieron en carne propia la violencia: a una le dieron un golpe en la cabeza que necesitó tres puntos de sutura y la otra quedó afectada por una crisis nerviosa.
Fuentes policiales indicaron que el violento atraco ocurrió alrededor de las 17.45 del jueves. Gladys concurrió esa tarde a la escribanía de Montevideo al 500, entre Juan Manuel de Rosas y 1º de Mayo, con el propósito de cobrar los últimos ocho mil pesos que le quedaban de la venta de una casa concretada hace menos de un mes. Un vocero de la investigación contó que la mujer fue con dos amigas del barrio, Paula Raffo y María Inacio, que la llevaron en un Ford Sierra, quizás para evitar que se trasladara sola con el dinero.
Mientras Gladys concretaba la operación, esas dos mujeres la esperaron en el auto, que había quedado estacionado sobre calle Montevideo a poco metros de la escribanía, un local en el que mantienen la puerta de calle cerrada con llaves y que cuenta con cámaras de video. Dentro del Sierra, Raffo ocupaba el lugar frente al volante, mientras que Inacio estaba en la butaca de acompañante. Una vez que Gladys obtuvo el dinero salió a la calle y se dirigió hacia el auto. En ese momento caía una persistente lluvia y el paso de peatones por esa zona de barrio Martin era casi nulo.
Todo se desencadenó cuando la mujer llegó hasta el coche. Allí aparecieron tres hombres armados que fueron directamente hacia el vehículo. Uno tenía aspecto como de 40 años y los otros dos de unos 25. Dos encañonaron a Gladys y la hicieron subir a los empujones en la parte trasera, mientras el restante se metió por la puerta delantera, haciendo que Raffo e Inacio quedaran apretujadas.
"Dale, pendeja de mierda arrancá, no te des vuelta, no me mirés", le gritó uno de los ladrones a Raffo para que pusiera en marcha el auto. Lentamente, el Sierra comenzó a desplazarse por Montevideo en dirección al este. Dentro del habitáculo la situación era más que tensa. En la parte trasera, Gladys era acosada y amenazada de muerte para que entregara los ocho mil pesos que había cobrado.
Como se demoró en entregar los billetes, la mujer recibió un culatazo en la cara. "Pensé que me pasaría lo peor, que esos tipos después irían a mi casa. Nos insultaban y decían que nos iban a matar. Estaban muy alterados y no dejaban de apuntarnos", relató. Los gritos y los forcejeos dentro del Ford Sierra siguieron hasta que los delincuentes hicieron detener la marcha en la esquina de Montevideo y Colón, frente al Instituto Politécnico. En ese lugar hicieron bajar a las mujeres con la intención de seguir solos con el auto, pero imprevistamente el motor, alimentado a gas natural comprimido, se detuvo.
Luego de un par de frustrados intentos por reencenderlo, la gavilla optó por escapar a pie. Uno de los delincuentes salió corriendo en dirección al parque Urquiza mientras que los otros dos lo hicieron en sentido contrario.



La esquina de Montevideo y Rosas donde se produjo el robo. (Foto: Sergio Toriggino)
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