Año CXXXV
 Nº 49.531
Rosario,
sábado  06 de
julio de 2002
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Cumple 50 años como maestra y se despidió trabajando

Isolda Baraldi / La Capital

Nelda Gobbo tiene 67 años y ayer le dijo adiós a las aulas tras casi 50 años de docencia. Todo un récord, si se tiene en cuenta que en promedio los maestros se jubilan con 25 años de labor. Comenzó a los 17 en distintos establecimiento rurales, luego de recibirse en el Normal de Coronda. "Era trabajar y trabajar", dice con sencillez, y enumera a modo de rosario todos los sitios en los que se desempeñó. En varios períodos ejerció hasta en tres escuelas en distintos turnos, e incluso ahora que se jubila con el cargo de directora de la Escuela 659, de Ayolas y Entre Ríos, también lo hace como docente de un establecimiento nocturno. "Si cuento todos los años en los distintos lugares me superan la edad", comenta emocionada en el que fue su último día de trabajo.
Recuerda que, hace casi 50 años, los días de lluvia la llevaban junto a sus compañeras en sulky y debían taparse con gruesos capotes para resguardarse del barro de los caminos campestres. Después de unos años pidió el traslado a Rosario, donde se casó y tuvo seis hijos, que ya le regalaron ocho nietos.
Vivió en Maciel hasta los doce años, después fue a estudiar a Coronda porque allí vivía su abuela. Ella fue una de las pocas de la localidad que continuó sus estudios. Admite que la docencia aparecía como una de las opciones más tentadoras de su época por lo que la juventud, tanto hombres como mujeres, se encuadraba en esa profesión.
"Si volviera a vivir, haría exactamente lo mismo, sería maestra de alma", repite hasta el cansancio. Como para no dejar dudas relata que le quitó horas al sueño para poder cumplir con sus obligaciones laborales y domésticas.
Así, después de cocinar y de alimentar a la familia, se quedaba hasta las tres o cuatro de la mañana corrigiendo pruebas o cuadernos.
Si bien admite que no fue sencillo conciliar ambas tareas, empuña como herencia indeleble la incansable labor de su familia: su padre se jubiló en un molino harinero y su madre en la docencia.
A lo largo de su carrera sufrió los embates de las marchas y contramarchas políticas y económicas; sin embargo, asegura que jamás interfirieron en su trabajo. "Fue como si fuera dos personas, una en la escuela y otra en mi casa. Nunca dije mis ideales políticos y preferí no meterme en nada", argumenta. Aunque a renglón seguido admite que hubo épocas muy duras que atravesaron la enseñanza.
Las últimas dos décadas, hasta ayer, estuvo en la Escuela de Ayolas y Entre Ríos, que alberga a una importante cantidad de alumnos que vienen de la villa La Lata, y asegura que nunca tuvo problemas con los padres ni con los alumnos. Así, remarca con orgullo que una niña de La Lata, que fue su alumna hace varios años, hoy cursa segundo ciclo en la Facultad de Abogacía de la Universidad Nacional de Rosario.
Sus compañeros de trabajo le dieron como recuerdo una medallita de oro, pero como toda despedida, un café en el bar de la esquina del colegio. Así, sin estridencias, lo prefiere Nelda.
De aquí en más se tomará unas vacaciones sabáticas pero sólo hasta fin de año, ya que el próximo encarará estudios de idiomas y hará gimnasia, entre otros proyectos que tiene en mente. "Descansá un poco", le dicen sus compañeros, y ella apenas sonríe.



Nelda Gobbo tiene 67 años y ejerce desde los 17.
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