El robo de ayer trajo a la memoria de los empleados uno que sufrieron a fines del año pasado. Ese día los ladrones se llevaron el auto de uno de los trabajadores además del dinero de la empresa, aunque les respetaron el propio. El auto era de un robusto y vergonzoso empleado de apellido Galarza, que todavía reprocha los trámites y viajes que tuvo que realizar para recuperar el vehículo. Que para colmo de males era ajeno: se lo había prestado su hermana pero estaba a nombre del esposo, quien se encontraba trabajando en Uruguay.
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