La Haya. - La Corte Penal Internacional (CPI), primer tribunal permanente encargado de investigar y juzgar los crímenes de guerra, genocidio y de lesa humanidad, abrió ayer sus puertas en La Haya, en medio de una crisis causada por la oposición entre Estados Unidos y sus aliados europeos en torno al futuro accionar de esa institución. A diferencia de la Corte Internacional de Justicia de La Haya, cuya competencia está restringida a Estados, la CPI tendrá capacidad para procesar a individuos y, en comparación con los tribunales para los crímenes de Ruanda y la ex Yugoslavia, su competencia no estará cronológica o geográficamente limitada, aunque no será retroactiva. A partir de ahora, toda persona que sea culpable de genocidio, crímenes de guerra o crímenes contra la humanidad, ya sea jefe de Estado, simple soldado o particular, puede caer bajo la jurisdicción de la Corte, que no obstante sólo intervendrá cuando el país al cual pertenece el presunto criminal no se muestre capaz de juzgarlo. Un pequeño grupo de cuatro personas comenzó a trabajar bien temprano la mañana de ayer en el edificio de 14 pisos, bautizado El arca, y puesto a disposición de la CPI por el gobierno holandés. La presencia de este personal mínimo en La Haya es por el momento el único signo tangible del nacimiento de la Corte, que aún no dispone de jueces, fiscales ni salas de audiencia, pero que ya puede recibir demandas. "Esta ocasión histórica da al mundo la posibilidad de disuadir en el futuro a los autores de atrocidades", señaló el secretario general de Naciones Unidas, Kofi Annan, en un comunicado divulgado por su vocero. Sin embargo, el gobierno holandés no organizó ceremonia de inauguración ni conferencia de prensa para marcar el hecho, tal vez para no provocar inútilmente a su aliado norteamericano que, junto con otras grandes potencias como Rusia y China, no apoya la creación del CPI. Por su parte, los embajadores de los 19 países miembros de la Otán se reunieron ayer en Bruselas para evaluar el impacto que podría tener para las misiones de la alianza atlántica la amenaza de Estados Unidos de no seguir participando en las operaciones de mantenimiento de la paz de la ONU. "La Fuerza de Estabilización de la Otán (Sfor) seguirá desplegada en Bosnia y ninguno de los aliados, tampoco Estados Unidos, tiene la intención de abandonarla", declaró el vocero de la aliansa, Yves Brodeur, al término de la reunión. Además, según el funcionario, la reunión de los embajadores de la alianza atlántica permitió constatar un entendimiento para reafirmar que la Sfor apoyaba su legitimidad en los acuerdos de Dayton, que pusieron fin a la guerra de Bosnia en 1995, y no en un mandato de la ONU. (Télam)
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