Pujato. - Si prospera la idea de Marcelo Curia (39) y Alberto Crognoletti (40), dos productores agropecuarios de esta localidad, dentro de poco tiempo los amantes de la pesca con mosca no tendrán que viajar miles de kilómetros hasta los lagos del sur argentino para pescar truchas. En unos tanques de un establecimiento rural, estos dos amigos crían varios millares de ejemplares de esta especie para comercializarlos y en un futuro próximo habilitar un coto de pesca.
A metros de los silos de la planta de Agricultores Federados Argentinos (AFA) y de la ruta 33, y a 35 kilómetros de Rosario, hace casi dos años los amigos se preguntaban cómo podían aprovechar el torrente de agua fresca que, a través de un zanjón que bordeaba sus campos, la cerealera bombeaba sin cesar para bajar el nivel de las napas, y así proteger de la humedad a los granos que se almacenan en los silos.
"Al principio pensamos en hacer una quinta, pero sabemos por el mal momento que está atravesando el sector y lo desechamos. Luego surgió la idea de la piscicultura y nos gustó el desafío: las primeras truchas santafesinas tienen que salir de aquí", señaló Marcelo, para agregar: "Hicimos una gran inversión con los peces pero no nos equivocamos. Preferimos tener nuestro capital en unos tanques y no en un corralito", ironizó.
El productor contó a La Capital: "Aprendimos de nuestros propios errores, ya que varias veces se nos murieron muchísimos peces por distintos motivos pero ahora todo está bajo control y en pocos meses vamos a estar en condiciones de vender nuestra producción a restaurantes y pescaderías de Rosario, pero también apuntamos al coto de pesca".
"El pesque y pague -agregó Curia- es una buena opción para recuperar la inversión. La idea es hacer una laguna de unas cuatro hectáreas, con una buena arboleda y parrilleros para que los fines de semana se vuelquen peces, regulando la cantidad de acuerdo al número de pescadores, porque si pescan poco se van a aburrir y si sacan muchos les va a salir un poco caro".
Los flamantes piscicultores señalaron que están esperando que mejore la situación del país para obtener créditos y llevar a buen puerto la idea del coto, y también dijeron que ya están en condiciones de asesorar y vender alimento, huevas y alevinos a futuros criadores de truchas.
El establecimiento cuenta con tres tanques, tipo australiano, de ocho metros de diámetro por 1,20 de alto y con capacidad para 57.000 litros. Están cubiertos con una lona especial que los protege del sol y que conserva la temperatura ideal para la cría de los peces. Un sistema de cañerías lleva un gran caudal de agua que antes de llegar a los piletones choca contra una especie de plato, haciendo que el líquido caiga en forma de gotas y así permite una mayor oxigenación.
Toda una truchada
Dentro de unos galpones, Curia y Crognoletti realizan los trabajos de desove y fecundación, tarea que aprendieron de Luis Campagnucci, un biólogo cordobés que también cría truchas en su provincia. "En uno de los tanques están los reproductores que llegan a pesar hasta dos kilos y medio, y en otro tenemos unos 4.000 peces de menor tamaño. A cada hembra se le extraen unos 1.500 huevos por temporada pero no todos terminan con embriones, aunque tenemos una ventaja con respecto a los criaderos de Bariloche o Ushuaia: aquí la temperatura del agua es mayor y se puede reducir a la mitad el período de nacimiento", explicaron.
Cuando nacen las truchas tienen una bolsita que se llama vientre vitalino, y que les permite vivir sin otro alimento. Después de una semana se les da un producto balanceado en polvo, rico en proteínas, que va aumentando de tamaño de acuerdo al crecimiento de los ejemplares. "Estamos trabajando en la producción de alimento a base de soja para poder achicar costos y también estudiamos la posibilidad de criar langostas de agua dulce, una especie muy sabrosa traída de Australia, ya que la infraestructura que tenemos se acerca mucho a la requerida para desarrollar ese proyecto", agregó Crognoletti.