Con una ayudita del árbitro egipcio Gamal Ghandour, que le invalidó dos goles legítimos a España, Corea venció ayer por 5 a 3 en definición por penales, después de igualar sin tantos en los 90 minutos regulares y los 30 suplementarios, y ahora se las verá con Alemania en una inédita semifinal de Copa del Mundo. En el comienzo España fue superior, pese a su esquema conservador, presionando a Corea y generando situaciones a través de Morientes, Hierro y De Pedro. Además, los volantes y defensores se proyectaban con criterio para darle una mano al solitario Morientes. El joven Joaquín fue el que sobresalió por sobre el resto, al dejar un surco por el andarivel derecho español, subiendo y bajando constantemente y llegando a posiciones de gol. A los cuatro minutos del segundo tiempo, el árbitro Ghandour haría una de las suyas al anular inexplicablemente un gol a Rubén Baraja, por una supuesta falta de Iván Helguera sobre Kim Tae Young. Corea se recuperaría paulatinamente y dispondría una gran oportunidad en los pies de Park. Sin embargo, el zurdazo del delantero coreano fue desviado por una espectacular volada de Iker Casillas. Después, los minutos finales se los llevaría la monotonía de una España que, sin el lesionado Raúl, se dedicó a manejar el balón desde los sabios pies de Morientes, pero sin profundidad como para intentar una definición. Así se llegó al alargue, donde el cansancio jugó su parte, pero también los inexpertos asistentes y el decaimiento físico de un equipo coreano que ya no fue la máquina de correr que había funcionado a pleno en este mundial. Por eso, en el primer tramo del suplementario los españoles tuvieron por dos veces la posibilidad de llevarse la victoria con el gol de oro. En la primera, Joaquín desbordó por derecha, llegó a la línea de fondo y lanzó un preciso envío que Morientes cabeceó a la red, pero el juez de línea de Trinidad y Tobago, Michael Ragoonath, se equivocó feo al indicar que la pelota se había ido al momento de meter el centro. Y apenas ocho minutos después Morientes tuvo otra vez la victoria, cuando le bombeó la pelota a Lee Woon Jae, quien vio resignadamente como el balón iba hacia su arco, pero en la última parábola terminó rebotando milagrosamente contra el poste derecho. El cero no se quebró y llegaron los penales en los que ninguno erraba, hasta que Joaquín sacó un débil remate que el arquero Lee Woon Jae, por si acaso y ante los ojos del pasivo árbitro egipcio Gamal Ghandour, desvió lanzándose hacia su izquierda, pero adelantándose no menos de tres metros. Después, el capitán Hong Myung Bo tomaría la responsabilidad del disparo decisivo, que convertiría para la algarabía de un país que celebró como nunca el pase a una inédita e inesperada clasificación a semifinales. (Télam)
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