| | Editorial Lo deseable y lo posible
| La Argentina de la crisis atraviesa, nuevamente, un período que debe considerarse clave en el duro camino de la recuperación nacional. El lanzamiento del Plan Boden por parte del gobierno significa una etapa crucial en el transcurso de la batalla que se viene sosteniendo para reencauzar a la República en el camino de un desarrollo sustentable. De su nivel de aceptación depende, en gran medida, el éxito de las arduas negociaciones que se vienen manteniendo con el Fondo Monetario Internacional para recuperar el crédito perdido y reinsertar al país en el mundo, luego del quiebre que constituyó la declaración unilateral de la cesación de pagos. Claro que, en este caso, lo que se encuentra en juego son nada más y nada menos que los ahorros de la gente, la misma que confió en el sistema bancario y en las seguridades que supuestamente se le brindaban y que ahora debe oficiar de garante en una operación que nunca eligió, y para cuya concreción tampoco fue consultada. Claro que, tan cierta como lamentablemente, los acontecimientos presentes deben ser analizados en el marco de dos categorías que se contraponen, la de lo deseable y la de lo posible. Lo deseable sería, cómo atreverse a cuestionarlo, que los ahorristas se reunieran de inmediato con sus depósitos en la misma moneda en que éstos fueron confiados a las entidades financieras. Pero lo posible indica que tal aspiración no se convertirá en realidad, salvo en los casos en que la edad de los depositantes o el origen de los ahorros (indemnización laboral, por ejemplo) permiten entrar en el territorio de las excepciones que justifican la regla. Más allá de circunstancias tan graves como la megadevaluación del peso o la larga recesión que desde hace tiempo paraliza a la Argentina, con su dramática secuela de hambre y desempleo, pocas dudas caben de que la principal razón de la crisis que estalló a fines del año pasado fue el enorme déficit fiscal, originado en el irresponsable comportamiento de la mayoría de los gobernantes. Pero el verdadero y más peligroso déficit actual es el de confianza. Pocos son, en efecto, quienes se sentirán tranquilos con bonos del Estado argentino en las manos como garantía de sus ahorros. Tarea prioritaria si se quiere salvar a la patria de caer en el abismo es, en el futuro, administrar con austeridad. De tal manera, se le dará buen uso al crédito coercitivo que concedió la gente y se le permitirá, más pronto que tarde, reunirse con lo que es suyo. Eso es lo deseable; y en este caso, lo deseable es perfectamente posible.
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