Jorge Vogelsanger
Madrid. - Ya no hay vuelta atrás. Después de seis años de "luna de miel" entre el gobierno de José María Aznar y los sindicatos, España vivirá mañana la primera huelga general desde 1994, cuando todavía estaban en poder los socialistas, y la quinta desde el final de la dictadura franquista en 1975. En las últimas semanas, el abismo que separa las centrales obreras y el Ejecutivo se ha ahondado. Pero aun así, la pregunta es si no se hubiese podido evitar un paro que muchos consideran sólo la consecuencia de un pulso en el que ninguna de la partes quiso ceder y que terminó en una espiral de enfrentamientos. Mientras el gobierno acusa a los sindicatos de haber enarbolado desde el primer momento la amenaza de la huelga general, las centrales obreras reprochan al Ejecutivo haber adoptado una actitud autoritaria y de quebrar el diálogo social. Finalmente el paro, convocado en principio en contra de la reforma del sistema de prestaciones por desempleo, se convertirá en una protesta, apoyada por la izquierda, en contra de un gobierno, el del Partido Popular (PP), que desde hace dos años tiene la mayoría absoluta en el Parlamento. El punto culminante del enfrentamiento se vivió el pasado 24 de mayo. Al día siguiente de que los dos grandes sindicatos, Comisiones Obreras y Unión General de Trabajadores, convocaran oficialmente la huelga, el Consejo de Ministros reaccionó aprobando la polémica reforma por la vía urgente del decreto-ley, lo que supuso su aplicación inmediata y acabó por poner en pie de guerra a las centrales obreras. La semana pasada, finalmente, el PP se quedó solo en el Congreso cuando la Cámara convalidó el llamado "decretazo", ya que incluso los nacionalistas catalanes y canarios, favorables a la reforma, se abstuvieron en la votación. La irritación de Aznar, que afronta la primera huelga general en sus seis años de mandato, es evidente. El presidente del gobierno llegó a acusar a los sindicatos de hacer huelga "por jorobar y hacer daño a España" y pronosticó, en una alusión a la selección nacional en el Mundial de Corea y Japón, que ganaría el envite. . A los gremios se les puede reprochar haber llevado su tozudez a un punto en el que dar vuelta atrás hubiera significado perder la cara. Pero también cabe preguntarse si el gobierno de Aznar cometió uno o varios errores tácticos. En las propias filas del gobierno, por ejemplo, hay quienes no entienden por qué la polémica reforma, que inicialmente estaba previsto que entrara en vigor recién en el 2003, tuvo que ser lanzada precisamente durante la presidencia española de la Unión Europea. Los que critican esta decisión señalan que era de suponer que los sindicatos no dejarían pasar la oportunidad de articular su protesta aprovechando esta coincidencia. Sea como fuere, tras esos seis años de "luna de miel" la huelga del 20 de junio podría provocar aún mayores desencuentros y llevar al divorcio definitivo entre gobierno y sindicatos en lo que queda de legislatura. (DPA)
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