"Lo haría una y mil veces más", contesta al borde de la furia cuando La Capital le pregunta a Néstor Kirchner si no se arrepiente de haber enviado un avión para llevar a Buenos Aires al senador correntino Lázaro Alberto Chiappe el día en que se derogó en la Cámara alta la polémica ley de subversión económica. "Chiappe no aparecía por ningún lado y la votación estaba empatada", rememora, con cierto esfuerzo, el gobernador sureño. "El contubernio de la cúpula de los dos grandes partidos nacionales se consumaba y le iban echar la culpa a Chiappe. Entonces no dudé en mandar el avión de la Gobernación, y lo hice de cara a la sociedad, en forma cristalina, porque la Constitución de mi provincia lo permite", dice, y asegura que fue para un hecho de bien público: ir a buscar a un senador nacional para no convalidar la impunidad de los banqueros. Y remata: "El gobierno montó un operativo de prensa para ocultar un hecho más grave, porque cuando llegó Chiappe se tuvo que levantar una senadora radical y así quedó evidenciado el contubernio".
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