"El cliente espera milagros", cuentan las costureras y los zapateros. Claro, la crisis obliga a la mayoría a revolver el baúl de la nona para recuperar todo lo que se pueda. Pero eso no la conforma: pretende que la ropa y el calzado semidestruido que recolectó quede como nuevo y, encima, a la moda. Esto generó el aumento "de hasta un ciento por ciento" en el trabajo de aquellos que arreglan prendas y zapatos.
Hay un comentario que en estos tiempos es inevitable, y que se traslada también a los talles de compostura de ropa y calzado: "No puedo comprar uno nuevo, por eso lo traigo a arreglar", se escucha decir a los rosarinos. "Traen todas las prendas que se te puedan ocurrir, hasta ropa interior y medias", revela Miriam Rodríguez.
Y en el momento en que La Capital estaba entrevistando a Miriam, una clienta intervino: "Yo me hice achicar un corpiño. Pensé que era la única loca, pero después me enteré que hay gente que reforma hasta las medias". No es la única, "hay chicas que llegan diciendo que el vaquero no les entra y se lo tenemos que agrandar sí o sí. Pero eso no es nada, algunas traen camperas que ya no se usan y las modernizamos íntegramente", cuenta la modista Norma Buono.
Para Miriam, el trabajo creció en mayo un "ciento por ciento" comparado con el mismo mes del año pasado. Norma fue más cautelosa: "Se incrementó más o menos un 50 por ciento". Es que un jean de buena calidad cuesta alrededor de 60 pesos y arreglarlo vale entre 4 y 8 pesos, según el trabajo.
Las costureras coinciden en que "la ropa que más se recupera es la de buena calidad, las telas más caras. Hay muchas prendas que no vale la pena arreglar porque las comprás baratas", dice Beatriz Curto, quien se desempeña en el rubro desde hace más de 20 años.
La moda de hoy ayuda mucho a reparar lo que se encuentra en el baúl de la nona porque "vale todo. Las jóvenes principalmente se ponen cualquier cosa y de todo color", señala Beatriz. Norma coincide con su colega: "Está todo permitido en términos de la moda, y eso contribuye a recuperar las prendas de la madre o la abuela". O incluso las propias.
Los zapateros, a mil
"El año pasado en una semana entraban al negocio unas 20 personas, y ahora vienen entre 80 y 100. En esta época lo que se arreglan mucho son las botas, pero traen de todo, zapatillas, zapatos y carteras", asegura Juan Manuel Véliz, zapatero desde hace más de 40 años.
Por supuesto que en el rubro calzado también influye la moda: "Le cambian el taco, le sacan la plataforma, y algunas las cortan para adecuarlas a lo que se usa ahora", detalla. Lo que se recupera generalmente es lo más costoso. "Un calzado de cuero hoy está entre 100 y 120 pesos, y repararlo puede costar entre 20 y 25", explica Juan Manuel.
Para el experto, el trabajo aumentó "casi un 70 por ciento". Pero este incremento no sólo tiene que ver, según él, con que la gente no puede comprar zapatos nuevos. "En los últimos años no se justificaba mucho arreglar las cosas porque no había demasiada diferencia con las nuevas y por eso ya no quedan muchos zapateros", cuenta.
El trabajo subió, pero los insumos también. Sin embargo, las costureras y los zapateros -por lo menos los consultados por este diario- no trasladaron el incremento a los clientes. "Es más, yo tuve que bajar los precios para adaptarlos al bolsillo de la gente. Arreglos que antes valían cerca de 8 pesos, hoy están a 5 pesos más o menos", asegura el costurero Sergio Mariño.