Las naciones ricas fueron acusadas de indiferencia ante el drama del hambre en el mundo durante la inauguración ayer de la Cumbre Mundial de la Alimentación en Roma, mientras el Papa Juan Pablo II también denunció la ausencia de solidaridad de los países más poderosos del planeta.
"El hambre crónico suele caer en la indiferencia, porque no hace ruido ni produce imágenes espectaculares para trasmitirlas por televisión", aseguró Jacques Diouf, director general de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), en la apertura de la cumbre.
"Cinco años después de la primera cumbre mundial de 1996, las promesas no han sido cumplidas. Peor aún, los actos contradicen las palabras", advirtió el senegalés Diouf, quien dirige desde hace seis años la agencia especializada de Naciones Unidas.
Diouf, que citó a los dirigentes de los 183 países miembros de la organización para evaluar los avances hechos en la lucha contra el hambre tras la declaración de 1996, en que la comunidad internacional se comprometió a reducir a 400 millones el número de personas que vive en la miseria, admitió que los logros son escasos.
En un mensaje enviado a la cumbre y leído por el cardenal Angelo Sodano, número dos del Vaticano, el Papa denunció "la ausencia de una cultura de la solidaridad" que permita derrotar el hambre en el mundo. "Son preocupantes las estadísticas sobre la ayuda a los países pobres", afirmó en su mensaje el Pontífice.
"Si los objetivos de la cumbre de 1996 no han sido alcanzados, es por la ausencia de una cultura de la solidaridad", afirmó.
Al pedido de "crear una alianza internacional contra el hambre, que permita resucitar la voluntad política indispensable para vencer el desafío al que debemos responder juntos", hecho en su discurso por Diouf, muchas naciones resultan sordas.
De los 29 países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (Ocde), aceptaron asistir sólo dos: Italia, país huésped, y España, presidente de turno de la Unión Europea (UE), representada por el presidente de gobierno José María Aznar.
La mayoría de los jefes de Estado africanos que intervinieron, pronunciando mensajes de siete minutos, pidieron un mayor acceso de los productos propios a los mercados internacionales y un alivio de la deuda que los oprime. Los presidentes de Sudáfrica, Tongo, Nigeria, Benin, Sierra Leona, entre otros, ilustraron la dramática situación de sus países y algunos pidieron claramente que se eliminen los aranceles impuestos por la UE y los Estados Unidos a sus productos agrícolas, base de su economía.
Contra la deuda y los subsidios
En tanto, el presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, elogió la reforma agraria emprendida en su país como base de lanzamiento para combatir la pobreza.
"No hay que perder más tiempo", clamó en su discurso el secretario general de la ONU, Kofi Annan, quien aseguró que "en el planeta se produce suficiente comida para todos".
"Hacemos poco, somos conscientes de que hay que hacer más", declaró el primer ministro italiano Silvio Berlusconi, quien presidió los debates de la jornada.
"El festival de los ausentes", "la cumbre de los charlatanes", titularon algunos diarios italianos, que acusan a los líderes de los países más ricos de indiferencia ante el problema.
Para Diouf, la ayuda de los países desarrollados disminuyó de 1990 al 2000 de un 50% en el sector de la agricultura, fundamental para los países más pobres.
El director general de la FAO ratificó que uno de los principales problemas para romper el círculo de la extrema pobreza son las subvenciones que los países desarrollados otorgan a sus agricultores, quebrando el sistema económico del libre mercado. "Al agricultor de un país rico le dan 12.000 dólares al año, a uno de un país en desarrollo, 6 dólares", indicó.
Durante la primera jornada de la cumbre fue adoptada por aclamación una declaración que ratifica los principios adoptados hace seis años, pero que no implica mayores aportes económicos ni medidas concretas.
Dos caribeños, el presidente de República Dominicana, Hipólito Mejía y el presidente de Haití, Jean Bertrand Aristide, intervinieron en la primera jornada para reiterar lo que la mayoría de los países pobres clama: "la voluntad política de erradicar la pobreza", como se hizo para abolir la esclavitud. (AFP)