Año CXXXV
 Nº 49.504
Rosario,
domingo  09 de
junio de 2002
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El socialismo lanza un llamado desesperado

Joaquín Prieto / El País (Madrid)

París. - La izquierda francesa se presentará hoy ante los 41 millones de votantes potenciales abatida por la humillante situación en que quedó en las recientes elecciones presidenciales, y sin haber podido recomponer todavía la unidad sobre un programa claro y un líder reconocido.
Entre la depresión, la cólera y la incomprensión, el Partido Socialista finalizó su campaña con un llamamiento casi desesperado a los electores de izquierda para que concentren sus votos sobre aquel, con el fin de evitar un desastre.
Laurent Fabius dedicó la recta final de la campaña a pedir el "voto útil" desde la primera vuelta. Mientras saludaba a clientes y vendedores en sus paseos por dos mercados parisienses, el ex primer ministro y ex ministro de Economía repartía ayer sus advertencias: "Todo está abierto, a condición de votar útil desde la primera vuelta". Sus avisos, al igual que los llamamientos reiterados del primer secretario del Partido Socialista, François Hollande, tienden a concentrar el voto de izquierda en las candidaturas socialistas o en las que están apoyadas por este partido.
Una increíble dispersión de candidaturas resucita el fantasma de la muerte súbita de todo ese sector, al modo de Lionel Jospin en el aciago 21 de abril, porque se cuentan hasta siete aspirantes "de izquierda" por circunscripción.
El aparato del Partido Socialista espera que su voto aguante, pero está casi convencido del hundimiento definitivo del Partido Comunista. A ello se suma el temor de los Verdes a no conseguir los 20 diputados que les hacen falta para formar grupo parlamentario, y la desconfianza entre todos ellos y el Polo Republicano de Jean-Pierre Chevènement, que se presenta en solitario en 400 de las 575 circunscripciones en las que se efectuará la votación, descontadas las dos de la Polinesia francesa, donde la elección, anticipada una semana, proporcionó a la derecha sus dos primeros diputados.
Para Fabius, "los electores son conscientes de que la izquierda hará reformas con un espíritu de progreso social, mientras que la derecha es un gobierno para los privilegiados", y enumera: la derecha se niega a aumentar el salario mínimo (el gobierno en el que Fabius era ministro de Economía lo subió un 4%); la derecha promete bajar el impuesto sobre la renta, pero esto beneficia sólo a la mitad de la población, porque la otra mitad no alcanza el nivel de ingresos sometido a ese impuesto. Y el candidato Julien Dray, próximo a Izquierda Socialista, recuerda a los electores: "Tras los regalos del gobierno actual los asalariados ya saben a qué atenerse: con la derecha, la Francia de abajo se quedará donde está".
Una amenaza adicional es la auditoría de las cuentas públicas del Estado, encargada por el actual primer ministro, Jean-Pierre Raffarin. Fuentes gubernamentales estiman que el déficit público para 2002 se desviará al 2%-2,5% del Producto Bruto Interno (PBI), frente a la "horquilla" del 1,8%-1,9% contemplada por el anterior gobierno de izquierda.El gabinete actual está preparando a la opinión pública para asumir esta situación y cargarla al debe de la izquierda, que habría ocultado a la opinión pública la verdadera situación de las finanzas públicas. En los cuatro primeros meses de este año, el gasto público creció 6,5% en relación con el mismo período del año precedente, lo cual le ha valido a Fabius la acusación de comportarse de manera irresponsable por "haberse gastado en cuatro meses el aumento de gastos autorizado para todo el 2002".
La clave está en el "voto útil". El sistema electoral permite que pasen a la segunda vuelta los candidatos que superen el 12,5% de los votos del censo electoral de cada circunscripción, un umbral difícil de alcanzar si los votantes reparten sus preferencias entre múltiples opciones. De ahí que los socialistas hayan recalcado la importancia de concentrar los sufragios, como táctica para evitar que la dispersión entre candidaturas muy variadas les impida disputar la segunda y definitiva votación en el mayor número posible de distritos electorales.


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