Sandra Cicaré / La Capital
La devaluación abrió una esperanza para la reactivación de las exportaciones argentinas que se esfumó más rápido de lo esperado, tal cual lo revelan no sólo las cifras oficiales sino los principales actores del sector. La diferencia competitiva del tipo de cambio se licuó por tres aspectos clave que aún no tuvieron definición: falta de financiamiento -un aspecto crónico que recrudeció este año-, inestabilidad cambiaria y el riesgo país. Mientras alguna de esas variables no se modifique, el comportamiento de las ventas externas seguirá estancado y con pocas perspectivas de convertirse en un móvil para el despegue argentino. Habida cuenta que la reestructuración del sistema financiero y la confianza en el país son temas que no tienen una resolución en el horizonte más cercano, los especialistas tanto del sector público como privado confían en que si se logra avanzar en la certidumbre cambiaria se podrá recomponer el crédito comercial y de ese modo incentivar el comercio exterior. "La devaluación, que fue brutal, otorga precios muy competitivos a pesar de las retenciones", indicó el vicepresidente de la Cámara de Exportadores de la Argentina y asesor en comercio exterior, Elvio Baldinelli. Sin embargo, "la escasez de crédito interno y externo, la incertidumbre cambiaria y la desconfianza sobre el país, no permitieron aprovecharla", apuntó. Con el diagnóstico coinciden tanto analistas privados como del sector público, quienes apuntan que la provisión de insumos críticos para la fabricación de productos de exportación son también una traba para las ventas al exterior, ya que éstos cotizan en dólares e impactan en el precio final de los productos. En cambio, las opiniones se dividen respecto del efecto del proceso de sustitución de importaciones. "Ciertos insumos internacionales fueron reemplazados por productos nacionales equivalentes y esto produjo un detrimento de la calidad final. Hubo una sustitución de importaciones pero a costa de la calidad", apuntó Bruno Roque Cignacco, posgrado en comercio exterior y docente de la Facultad de Ciencias Económicas de Rosario. Distinta es la visión que se tiene desde el ámbito oficial. Por caso, en la provincia de Santa Fe, desde el Ministerio de la Producción están trabajando junto a los empresarios en apuntalar el proceso de sustitución de importaciones a través de la instrumentación de diversos show room en todo el territorio santafesino buscando proveedores regionales para los productos que demandaban insumos importados y hoy no se consiguen por la crisis. Con una movida de estas características, y devaluación mediante, muchos rubros que tradicionalmente se enfrentaban a diferendos por el tipo de cambio, especialmente con Brasil, hoy están corriendo con ventaja. "En el sector empresario se vislumbran interesantes expectativas de negocios en el mercado latinoamericano, del Mercosur y Chile", indicó el ministro de la Producción de Santa Fe, Ricardo Fragueyro. En este sentido, el funcionario apuntó a rubros como calzado, marroquinería e indumentaria y la industria del mueble, entre otros. Sin embargo, aunque los negocios están y la capacidad instalada también, los empresarios con perfil exportador chocan con una pared infranqueable: la falta de crédito. "No hay prefinanciación de exportaciones, no hay bancos que estén descontando cartas de crédito y esto es un inconveniente muy grande", dijo Fragueyro. Durante los primeros cuatro meses del año y según relevamientos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), las exportaciones argentinas sumaron 7.851 millones de dólares, un 5 por ciento menos que en el mismo período del año anterior. Este comportamiento fue el reflejo de la combinación del efecto de la caída de los precios de exportación, que descendieron un 11 por ciento, y parcialmente compensada por el aumento en los volúmenes exportados del 6 por ciento. Los analistas son bastante escépticos sobre cuánto pueden revelar estas cifras de la realidad concreta argentina. "En enero y febrero el país estuvo muerto", dijo Baldinelli y recién en estas últimas semanas "se está viendo una reactivación", agregó. Durante los primeros cuatro meses del año, sólo el rubro de manufacturas de origen agropecuario (MOA) tuvo una performance positiva, con en un aumento de valor del 11 por ciento. Mientras que el resto fueron bajas: combustibles y energía (-15%), en manufacturas de origen industrial (-10%) y productos primarios (-7%). En el primer cuatrimestre de este año, sobre el total exportado, crecieron las ventas hacia la Unión Europea (20%), en tanto que se verificaron caídas en las realizadas al Mercosur(-20%), a Chile (-10%) y al bloque asiático (-14%) respecto del primer cuatrimestre de 2001. Fragueyro atribuye la caída a la incertidumbre que reinó en el país en el primer bimestre. "La enorme devaluación, la incertidumbre y la caída del sistema financiero se sucedieron en forma tan rápida que impactaron muy fuerte en las ventas externas", dijo el titular de la Producción de Santa Fe. "La devaluación, a pesar de lo que se creía, no fue la panacea desde el punto de vista de incremento de las exportaciones", aseguró Cignacco. En ese sentido, explicó que desde el enfoque de los precios internacionales en el segmento de manufacturas de origen industrial (MOI), los rubros como maquinarias o productos textiles "no observan un gran auge exportador". Estos son los tres puntos básicos a los que los especialistas consultados por La Capital apuntan como la contracara de las ventajas posdevaluatorias: * Falta de crédito: "No hay crédito local, hay muy poca prefinanciación de exportaciones, que era importante, porque se trataba de un financiamiento barato. Además, hay poco financiamiento de insumos por parte de proveedores extranjeros por efecto del default", indicó Baldinelli. Por otra parte, en lo que respecta a los proveedores locales, la venta es prácticamente de contado y está cortado el tradicional sistema de financiamiento que era el capital propio o la demora en el pago a proveedores de servicios. En tanto, la obtención de crédito en el exterior es casi privativo para un exportador argentino y las cartas de crédito abiertas fronteras afuera son de muy alto costo. * Inestabilidad cambiaria: "Esto hace que la gente tenga muchas dificultades para cotizar sus productos, sobre todo cuando tiene componentes importados", apuntó Baldinelli. En este sentido, Fragueyro apuntó que "en el sistema productivo la gran parte de capital de giro se financia con crédito comercial y no con el bancario" y la financiación comercial no existe porque la desconfianza arranca desde el vendedor de materias primas que no quiere recibir como instrumento de pago un valor que no sabe a cuánto cotizará a la fecha de cobro. De este modo, "si hubiera certidumbre cambiaria, no un tipo fijo, sino cierto, los negocios rápidamente se acelerarían y aparecería el crédito comercial", dijo Fragueyro. * Riesgo país: la desconfianza en la coyuntura económica de la Argentina atenta contra el negocio exportador. "Muchos productos por precio pueden llegar a ser competitivos pero existe una desconfianza generalizada en la situación general de la economía, sobre todo el riesgo país", comento Cignacco, quien citó el ejemplo de unos compradores italianos que debido a la inestabilidad de la economía argentina prefirieron diferir sus operaciones pese a que la mercadería nacional les convenía por el precio. Como el problema del financiamiento por el momento no tiene un horizonte claro de resolución y dependen en gran medida de la propia recomposición del sistema financiero argentino, y la reducción de los niveles de riesgo país exige ni más ni menos que la salida de la crisis, por el momento los analistas estiman que la única vía para reactivar el proceso exportador puede pasar por darle cierta estabilidad al tipo de cambio. Esto permitiría a los exportadores poder fijar un precio cierto sobre sus productos y darle certidumbre al negocio. "Esto es más fácil de conseguir dada la bajísima importación que tenemos, lo que de hecho debería tranquilizar el mercado cambiario", apuntó Baldinelli. A su criterio, también la Argentina debería rever su política respecto del comercio exterior. "La actitud del país no es proexportadora sino que sigue siendo antiexportadora", dijo el especialista. Y al respecto citó como ejemplo las "torpes reglamentaciones del Banco Central de la Argentina" que desalientan el negocio de ventas al exterior. A eso se le suman además el desaliento que provoca el hecho de que cualquier valor que ingresa va a parar al corralito financiero y mientras esto no se resuelva tampoco hay demasiado incentivo para las actividades de exportación. "Otra cosa que molesta es la forma en que se establece el control de cambios", dijo Baldinelli, quien apuntó que la reglamentación argentina obliga a los exportadores a traer todos los valores al país y luego pedir permiso para girar los pagos al exterior. "Es un incordio para el negocio", dijo el especialista en comercio exterior. "Tendría que haber una integración entre las políticas oficiales que fomentan la producción y las que lo hacen con el comercio internacional", puntualizó Cignacco, ya que actualmente estas estrategias "van por vías separadas".
| |