"El problema con las monedas falsas es que hasta hace poco nadie reparaba en ellas", explica Miguel Angel Sánchez, jefe de la Policía Científica de la Gendarmería Nacional en Posadas. Las monedas truchas estaban tan instaladas en la comunidad que hasta los bancos misioneros operaban con ellas como si se tratara de monedas auténticas. Pero los posadeños parecieron reaccionar cuando un juez ordenó un embargo de dinero atrapado en el corralito de un banco y sucedió algo impensado: parte del dinero incautado eran monedas de un peso, y una buena cantidad de esas monedas eran falsas. "Los ciudadanos tomaron conciencia de la magnitud del problema y nosotros divulgamos la manera de reconocer las monedas truchas. Así logramos que la propia gente las rechace, y de ese modo pusimos una barrera a este flagelo", cuenta Sánchez. Este modelo es el que intentan trasladar ahora a Rosario para acotar el problema. Se trata de un modelo preventivo y no represivo ya que en Misiones no se desbarataron bandas de falsificadores ni se detuvo a los responsables. Aun así, los gendarmes afirman que funciona porque se basa en la "actitud responsable" de la gente. Nada más ni nada menos.
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