Silvio M. Valli
Fue necesario que se unieran la Asociación Cultural Dante Alighieri y la Asociación Cultural El Círculo, con el consulado general de Italia en Rosario y el Instituto Italiano de Cultura de Buenos Aires, para hacer posible la presentación en nuestra ciudad de la Orquesta Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán. Dieciocho jóvenes intérpretes, dirigidos por Gerardo Bizarro, dieron una acabada prueba de virtuosismo interpretativo al abordar una obra de Carl Philip Emanuel Bach en la primera parte del concierto realizado el miércoles pasado en la sala La Opera del teatro El Círculo. Fue el "Concierto para violonchelo" Wq.172 del segundo hijo de Juan Sebastián Bach y contó con la participación del chelo solista Giorgio Casari. En la segunda parte pudo escucharse el "Stabat Mater" para soprano, mezzo, orquesta de arco y continuo (órgano), de Giovanni Batista Pergolesi, con texto latino escrito en el siglo XIII por el beato monje-poeta Iacopone da Todi. Fue en el concierto para chelo donde la orquesta de Milán dio acabada prueba de la idoneidad de sus intérpretes, toda vez que Carl P.E. Bach no fue un compositor de adaptarse a las fórmulas tradicionales, a tal punto que fue uno de los precursores de la forma "tocata", es decir notas tocadas y no sostenidas. Prueba de lo dicho quedó plasmado en la exhumación llevada a cabo por el chelista Giorgio Casari, quien supo traducir cabalmente la partitura bachiana, en especial el romántico segundo movimiento (largo con sordini, mesto). ¿Influencia de su padrino Georg Philip Teleman?, mientras que en el primer y tercer movimiento el manejo del arco con preciso "staccatos" y digitación ad hoc subrayaron el tempo marcado. Si existe una obra conmovedora, ennoblecida por el sereno dolor, esa obra es el "Stabat Mater" que Pergolesi terminó casi sobre su temprana muerte (26 años), ocurrida en un convento de Pozzuoli donde se había retirado a morir debido a una cruel tuberculosis que según sus biógrafos contribuyó, paradójicamente, a su hondura musical. La Orquesta del Conservatorio Giuseppe Verdi de Milán, con el aporte de María Massimi (órgano), Elena Bakanova (soprano) y Raluca Pescaru (mezzo), plasmó la composición más genial, la más adecuada a la sencillez del texto poético y a la humanidad de los sentimientos de esta "madre dolorosa". Un himno al dolor, a la maternidad deshecha, al llanto divino y a la voz humanizada. Fue irrelevante que la soprano, con cierta tendencia al trémolo, y la mezzo, con tendencia al fraseo un tanto impostado, impidieran que el hermosísimo texto compuesto por 12 cantos o arias, llegara al melómano sensible, ya que tanto en los duetos como en las arias solistas fue posible advertir el genio pergolesiano... también en música religiosa. El encore fue el sentido "Quando corpus morietur" (cuando muera la carne), último canto del "Stabat Mater", repetido a pedido del público. Con el anuncio de la presentación del Quartetto Prometeo de Italia el próximo martes finalizó otra bienvenida velada musical que me hizo recordar, una vez más, que "la música es una forma de soñar" (Jaime Torres Bodel, escritor mexicano, 1902-1974)... aun en tiempos de cólera.
| Los italianos fueron efectivos y sencillos en el concierto. (Foto: Hugo Ferreyra) | | Ampliar Foto | | |
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