Como si fueran insuficientes las idas y vueltas sobre el envío de una misión técnica del Fondo Monetario Internacional (FMI) a la Argentina, a la crisis interna se sumó un contexto internacional desfavorable en la región, con Brasil a la cabeza y Uruguay y Paraguay pocos pasos atrás.
La jornada de ayer en los mercados de los países integrantes del Mercosur pareció mostrar cierta calma, pero no alcanza para despejar la preocupación.
El riesgo de un contagio en los países que conforman el Mercosur creció en los últimos días de la mano de la fuerte presión de Wall Street, primero por la desconfianza hacia Lula, el candidato presidencial de centroizquierda con chances en las elecciones en octubre en Brasil, y después por los análisis sobre el elevado monto de la deuda soberana en el primer trimestre de 2003, que elevó el riesgo país por encima de los 1.200 puntos básicos y a una devaluación del real que ayer bajó levemente a 2,65 por dólar.
En este marco, el ministro de Hacienda brasileño, Pedro Malan, se mostró ayer seguro de que el FMI pondrá a disposición de Brasil diez mil millones de dólares en los próximos días, en la tercera revisión del acuerdo por el que otorgó 15 mil millones en septiembre de 2001.
Este factor ciertamente está siendo incluido por el ministro Malan en el arsenal que afirma tener a mano para enfrentar las actuales turbulencias, señalaron fuentes de esa cartera. El presidente Fernando Henrique Cardoso instruyó a su gabinete para armar un equipo destinado a revitalizar el Mercosur, de modo de presentar un bloque compacto ante la comunidad internacional.
Uruguayos en problemas
En Uruguay, en tanto, se agudizaron las secuelas de la crisis argentina con la fuga de capitales hacia destinos más seguros, ante un riesgo sistémico en la plaza financiera oriental, y una oposición interna hacia los nuevos ajustes estructurales y aumentos impositivos, que tuvieron el broche de oro esta semana con las duras declaraciones del presidente Batlle y el desembolso posterior del FMI para el programa que lleva adelante el país vecino.
En tanto, el gobierno paraguayo sufrió un duro revés con la derogación de las leyes que habilitaban las privatizaciones en el país vecino, que dejó al presidente Luis González Macchi con un escaso margen de maniobra para continuar en el sillón presidencial. Y la incertidumbre de que el FMI entregue el 70 millones de dólares comprometidos como contraparte de las privatizaciones.
Con todo, la iniciativa del presidente del Banco Central brasileño, Arminio Fraga, de tranquilizar a los inversionistas extranjeros, tranquilizó al mercado financiero del país vecino. El dólar subió levemente, lo que significó un respiro en una semana complicada. Mientras, la Bolsa de Valores de Sao Paulo terminó la sesión de ayer en alza del 1,40%.
Algunos analistas del mercado advirtieron que la calma puede ser transitoria y nuevos recelos pueden afectar al mercado en las próximas semanas, habida cuenta de que los desequilibrios de la economía brasileña persisten todavía.
La pelea electoral compite con la crisis argentina a la hora de explicar la incertidumbre en Brasil. Hasta hace poco, Wall Street prestaba oídos sordos a las posibilidades de Lula como el favorito en las encuestas para las elecciones presidenciales brasileñas.
"Ya hemos visto esta película", era el refrán de los administradores de fondos de inversión, al recordar el desempeño de candidato del PT en las campañas electorales de 1994 y 1998, en las que subió con fuerza en las encuestas preelectorales, para luego perder la ventaja en las últimas semanas previas a la votación.
"Pero esta vez es diferente. Existe un deseo mayor de cambio del que había en 1994 o 1998", dijo Joao Francisco Meira, presidente de Vox Populi, una compañía encuestadora brasileña, quien habló ante un grupo de banqueros e inversores en un panel de discusión en Nueva York realizado ayer con los auspicios de la Cámara de Comercio Brasil-Estados Unidos.
Los mercados parecen ahora percibir la diferencia, pese a que los analistas no han llegado a decir que Lusa se encamina a una victoria. Las acciones, los bonos y la moneda de Brasil cayeron esta semana al afianzarse el temor a una presidencia de Lula.
Sin importar cuánto modere Lula su retórica alguna vez populista, no es querido en Wall Street por haber coqueteado en campañas previas con la idea de suspender los pagos de la deuda del país.