Rusia pretende lograr un triunfo para ingresar a los octavos de final cuando mañana juegue con el local, Japón, que tampoco quiere resignar puntos para pasar de fase.
Lejos de aquellos momentos históricos de la ex Unión Soviética, Rusia tuvo la fortuna de integrar uno de los grupos más débiles del Mundial. Pese a esas ventajas, en el debut tuvo que luchar demasiado para derrotar a Túnez por 2 a 0.
La floja actuación dejó disconforme al entrenador Oleg Romantsev que está pensando en realizar algunas modificaciones, aunque todavía no está decidido.
Una de las posibilidades es que el delantero Vladimir Beschastnykh le deje su puesto al juvenil Dimitry Syhev.
Pero la principal incógnita se despejó al confirmarse la presencia de Alexander Mostovoi, quien se recuperó de un tirón muscular que lo privó de estar contra Túnez.
Rusia es consciente que la victoria lo depositará automáticamente en octavos pero tampoco correrá riesgos innecesarios frente al entusiasta seleccionado japonés que contará con el apoyo de su público.
Japón viene con la frente en alto luego de un meritorio empate contra Bélgica en dos goles, que pudo haber sido victoria. Pero le faltó la experiencia necesaria para sumar de a tres.
Su primera presentación mostró un equipo disciplinado, en el que resaltó el volante Ianmoto, autor de uno de los dos goles nipones y que se transformó automáticamente en un ídolo de su país.
Con Rusia como aparente dominador del grupo, Japón no puede dejar puntos en el camino si pretende quedarse con la segunda plaza.
Es cierto que no tiene demasiado, pero con el aliento de su gente y la endeblez que exhibieron los seleccionados de Bélgica y Túnez, ¿quien dice que los japoneses no tengan la suerte de avanzar un poco más lejos?
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La Ciudad
