Año CXXXV
 Nº 49.500
Rosario,
miércoles  05 de
junio de 2002
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El presidente uruguayo fue a Olivos tras tildar de "ladrones" a los argentinos
Batlle lloró y pidió disculpas a Duhalde
El presidente se reunió a solas con su par oriental y cerró el escándalo que tensó las relaciones

Con lágrimas en los ojos, el presidente uruguayo, Jorge Batlle, pidió ayer perdón a Eduardo Duhalde y al pueblo argentino por sus polémicas afirmaciones. De este modo, quedó cerrado el episodio que tensó las relaciones diplomáticas entre ambos países. Aunque hay quienes aseguran que nada será igual.
Duhalde y Batlle se reunieron a solas en la Quinta de Olivos para poner paños fríos al escándalo desatado luego de que el lunes se conocieran las palabras del mandatario oriental respecto de que "los argentinos son todos ladrones, del primero al último".
"No me cuesta pedirles disculpas al pueblo argentino y a usted, señor presidente. Lo hago con el fervor que tengo por las cosas de nuestras patrias, a las que me siento ligado por la historia y por mi vida familiar", afirmó Batlle en presencia de Duhalde y ante las cámaras de televisión.
Visiblemente emocionado y con lágrimas en los ojos, el jefe de Estado uruguayo reconoció que el lunes fue "un día de absoluto y auténtico calvario" por la repercusión que tuvieron sus dichos, emitidos por el canal Bloomberg de Estados Unidos, que sería demandando por el gobierno oriental.
Tras asegurar que fue "un episodio tan desgraciado y tan triste, en donde me sacaron de las casillas", Batlle destacó: "Es propio del ser humano equivocarnos, y también reconocerlo con dignidad y disculparnos".
Por su parte, Duhalde, quien lució algo abatido y muy serio, aceptó las disculpas y dio por terminado "absolutamente" el episodio diplomático. Sin embargo, fuentes oficiales reconocieron que la relación entre ambos mandatarios "ya no será la misma", pese a la decisión de cerrar el incidente para no generar cortocircuitos entre ambos pueblos.
Otros voceros señalaron que Batlle se mostró "muy tenso y contrariado", aunque destacaron que el clima se "relajó" durante el almuerzo que compartieron luego del encuentro a solas, que se extendió por aproximadamente veinte minutos.
En la Casa Rosada sostuvieron que durante la comida "no se habló de política" y que se conversó, entre otras cuestiones, sobre la situación del sector agropecuario en ambos países.
Frente a los micrófonos, tras aceptar las disculpas de su colega charrúa, Duhalde subrayó: "Estoy seguro de que argentinos y uruguayos, uruguayos y argentinos, no sólo por nuestra historia y presente sino por la lucha que tendremos juntos en el futuro, no sólo olvidaremos este episodio sino que nadie podrá desunirnos".
También admitió que lo hecho por Batlle "es verdaderamente un error que mortificó al pueblo argentino", pero rescató la "hidalguía" de su par uruguayo de haber venido a Buenos Aires a disculparse.
Duhalde enfatizó que "la historia recogerá este episodio como una simple anécdota" y arriesgó: "Quizás no le dedique ni siquiera un párrafo". Luego estrechó la mano derecha de Batlle y lo palmeó.
La visita del jefe de Estado uruguayo se resolvió a última hora de la tarde del lunes, cuando en medio del escándalo que generaron sus expresiones llamó por teléfono a Duhalde para disculparse.
El gobierno argentino tomó con "sorpresa e indignación" el exabrupto de Batlle, quien también se había referido con dureza a Duhalde al señalar que "no tiene fuerza política, no tiene apoyo y no sabe adónde va".
Batlle arribó al aeropuerto de Ezeiza poco después de las 11.30 y debió trasladarse por vía terrestre hasta Olivos. Es que la poca visibilidad por la intensa neblina que afectó Buenos Aires le impidió descender directamente con su helicóptero en la quinta presidencial.
A las 12.15, el mandatario oriental llegó a Olivos acompañado por el vicecanciller argentino, Jorge Faurie, quien lo fue a recibir a Ezeiza junto al embajador uruguayo, Alberto Volonté.
Duhalde le dio la bienvenida a Batlle con un apretón de manos en la puerta del chalet presidencial. De inmediato, ambos se trasladaron al interior para mantener una reunión, cuya primera parte fue a solas. Después se sumaron Faurie, Volonté y el embajador argentino en Montevideo, Hernán Patiño Meyer.
Por último, Duhalde y Batlle compartieron un almuerzo con el que se selló ¿definitivamente? la paz. A las 13.50, el mandatario uruguayo partió rumbo a su país.



Battle y Duhalde pusieron paños fríos a la controversia.
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