Patrick Anidjar
Washington. - El FBI pondrá todos sus recursos al servicio de la lucha antiterrorista y se convertirá en un superespía decidido a vigilar las actividades de cualquier individuo sospechoso en territorio estadounidense. Los agentes federales ingresarán a partir de ahora en el delicado terreno de la política, la religión, la vida privada y la libertad de expresión, como ocurrió entre los años 50 y 70. Para ello era necesario un motivo importante -los atentados del 11 de septiembre- y una reforma profunda de la policía federal. El fiscal general John Ashcroft y el director del FBI Robert Mueller presentaron su plan a los estadounidenses y anunciaron su entrada en vigor, luego de madurarlo durante los meses siguientes al atentado y tras la bendición del presidente George W. Bush. El principal aspecto de la reforma es que por primera vez en la historia del FBI un servicio de inteligencia operará en forma autónoma a su interior. Este servicio (Office of Intelligence) será dirigido por un ex funcionario de la CIA, y tiene similitudes con el servicio de seguridad israelí (Shin Beth). Concretamente, el FBI dispone de libertad para vigilar reuniones políticas, oficios religiosos o diálogos en los foros de discusión de Internet. Agentes equipados con tecnología modernizada tendrán capacidad de ingreso a bancos de datos informáticos -reservados hasta ahora a los consumidores, empresarios o científicos- a efectos de vigilar el menor indicio de actividades terroristas. "Si un existe un lugar para recibir al público, si el público es bienvenido, entonces es un lugar donde el FBI será bienvenido", resumió Ashcroft al anunciar sus instrucciones. Los agentes federales ya no estarán limitados por el hasta ahora obligatorio requisito de poseer la orden de un juez para poder ingresar a una mezquita, ceremonia religiosa o reunión política, o para intervenir llamadas telefónicas o realizar vigilancia informática. "Se trata de autorizar a los agentes de campo a tomar más iniciativa, particularmente en materia de prevención, y de ser mejores para recabar información sobre crímenes que aún no fueron cometidos", explicó Ashcroft. La vaguedad en torno a la definición dada por las autoridades de lo que es "actividad terrorista" asombra a los defensores de las libertades individuales, que temen la posibilidad de desbordes. "La mayoría de las personas piensan que una fuerza ejercida arbitraria e ilegalmente para desorganizar al país, su sistema político y su capacidad de tomar decisiones es uno de los principales componentes del terrorismo", explicó el fiscal general, que sin embargo reconoció que "el terrorismo tiene varias definiciones". Poco después de la Segunda Guerra Mundial y hasta los años 70, el FBI se caracterizó por la vigilancia cotidiana de personalidades del mundo político y cultural, en el marco de una "caza de brujas" contra el comunismo llevada adelante por el senador Joseph McCarthy. En los años 60, los estadounidenses descubrieron que el FBI vigilaba al reverendo Martin Luther King y a movimientos negros radicales como el de las Panteras Negras. El FBI había infiltrado e intentado neutralizar a estos movimientos desde su interior, lo mismo que a organizaciones opuestas a la guerra de Vietnam o a la política estadounidense en América Central. "Los estadounidenses han olvidado su historia", opinó Peter Kusnik, historiador de movimientos de libertades individuales. "Sacrifican su libertad a favor de su seguridad", agregó. Si llega a ocurrir un nuevo ataque terrorista importante contra EEUU "es toda la democracia estadounidense la que estará en peligro", dijo Kusnik. (AFP)
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