El Congreso argentino se ha sacrificado otra vez en el altar de la humillación para demostrar cuán dispuesto está el país a un convenio con el FMI y votó las leyes que éste exigía. Sólo resta saber si como sospecha el premio Nobel Joseph Stiglitz, quien lo conoce un poco más que nosotros, es el FMI el que no quiere acordar con Argentina y sólo se ha estado regodeando con solicitudes morbosas para demostrar al mundo su capacidad de dominación y la eficacia de su escarmiento.
La pretensión de modificar la ley de quiebras primero y luego derogar la de subversión económica como antes habían sido sus presiones por la devaluación o la privatización de las empresas públicas, resultarían ser la la línea que Oscar Lamberto dice que los ejecutivos del Fondo corren algunos metros cuando el gobierno argentino cree alcanzarla con la punta de sus dedos exhaustos.
En pocos días más, cuando arribe otra misión del FMI, se comprobará si el mundo capitalista ya está saciado. Si considera suficiente la humillación de un país periférico que osó declararse en default y viene a negociar un acuerdo como espera el ministro de Economía. O si otra vez vuelven a correr la línea exigiendo "nuevos sacrificios". Roberto Lavagna dice todos los días que la firma del entendimiento está cerca y debe cruzar los dedos para que no le pase lo mismo que a su antecesor Jorge Remes Lenicov, quien aseveraba lo mismo.
Está claro que para el gobierno del presidente Eduardo Duhalde su principal problema sigue siendo la necesidad de lograr ese acuerdo con el FMI. En ello, sin dudas, irá su propia suerte. Sin embargo, está claro que también los gobernadores de peronismo -al menos los más poderosos- también le han corrido la línea al presidente. Esta vez acortándole los plazos.
Receta: un buen somnífero
Gran parte del país desahoga por estos días su pasión con el Mundial de fútbol. Aunque no sirva de somnífero social, la dirigencia argentina sabe que los principales titulares estarán signados por primera vez en mucho tiempo por lo que acontezca del otro lado del mundo. Durante este mes, la pizarra del fixture será seguida con más atención que las de las casas de cambio.
Durante este mes es cuando más preocupación les genera a los gobernadores peronistas lo que pueda hacer el presidente. Para varios de ellos -Carlos Reutemann, José Manuel De la Sota, Felipe Solá, Néstor Kirchner- el problema hoy se llama Eduardo Duhalde. Es que -argumentan- todo aquello en lo que el FMI no tiene nada que ver, lo hizo mal.
"¿A quien le vamos echar la culpa de que haya fracasado el plan de jefas y jefes de hogares? ¿Al FMI? ¿O a la picardía de Duhalde? ¿O a la especulación de su mujer, que toda la vida se preparó para hacer acción social y cuando le toca hacerla la reparte políticamente mientras se lanza a la candidatura como gobernadora de Buenos Aires?", tronaba no hace mucho un funcionario de la Casa Gris.
Decía en privado lo que el gobernador Reutemann callaba en público aún después de haber hecho conocer a lo largo y ancho del país su enojo por la distribución digitalizada de planes sociales a cambio de -denunció- de "embarrarle" la provincia. Esto es, hacerle recrudecer protestas sociales y solventar un discurso beligerante y crítico que impacte directamente en su figura de presidenciable. Fue decisiva la contribución de las protestas piqueteras y las declaraciones de sus dirigentes para que sobre Reutemann se asentara el mote que hoy lo irrita: candidato del sistema. "Che Lole salí, queremos verle la cara al FMI" le corearon hasta la afonía unos trescientos santafesinos de heterodoxa extracción el 25 de Mayo y Reutemann optó por salir por la puerta de atrás de la catedral de Santa Fe.
Los reutemistas no encontraron indicios de que el duhaldismo hubiera estado detrás del ignominioso momento con que debieron acabar la celebración patria. Y ello es más preocupante aún. Además de la contribución propia hecha por los geniales estrategas que diseñaron la seguridad del acto, la protesta estuvo organizada por sectores que antes no se animaban a tanto. Esto quiere decir que, ¿efectivamente el impulso duhaldista dio frutos y hoy ya sin ellos se le puede embarrar la cancha al Lole? Los líderes piqueteros nacionales que distribuyeron planes sociales, a quienes se les prestó la Casa Rosada para criticar al gobernador de Santa Fe y quienes lo popularizaron como el candidato presidencial del FMI, ¿han tenido éxito? Por ende, ¿el duhaldismo le ganó esa pulseada al gobernador de Santa Fe cansado de no lograr doblegarlo e irritado porque los organismos internacionales se lo ponían a como ejemplo de administrador y lo privilegiaban en la interlocución? \"Estos tipos nos quieren hacer morder el polvo. Llevarnos a una situación en que comencemos a tener problemas y entonces nos puedan decir que estamos como las restantes provincias", se quejaba uno de los negociadores provinciales en medio de los tironeos que se han sucedido todo el fin de semana para que Santa Fe -la única provincia (de peso) que falta- se avenga a firmar el nuevo pacto federal sin el que no habrá acuerdo con el FMI.
Así las cosas el mismísimo acuerdo con el Fondo está por estas horas en manos de Reutemann. Pero no sería intención del gobernador frenarlo aunque sí hacer respetar las condiciones de mínima que quiere imponer respecto de la provincia de Santa Fe. Ayer los anuncios de Duhalde primero y de Lavagna después, diciendo que Santa Fe firmaría mañana el pacto, intentaban ser descifrados en la provincia. O es -decían- un mensaje conciliador o un apriete público.
En el último caso, para responsabilizar al gobierno santafesino de trabar el acuerdo con el FMI. En la hipótesis más optimista importaba un mensaje velado de que estaban dispuestos a concederle algo de lo que la provincia pide. A todo esto Reutemann anoche no había hecho todavía pública su decisión de cuándo accedería a rubricar o hacer rubricar el nuevo convenio federal.
El viernes volvió furioso de Buenos Aires. A la ciudad de Buenos Aires, la Nación le reconoce las deudas, y a la provincia de Buenos Aires -que sí firmó anteayer- le habrían conseguido un crédito del Banco Mundial por 1.550 millones y no le exigen que reduzca el 60 por ciento del déficit sino el 50, con lo que el FMI a esa provincia le financiará el restante 50 y no el 40 por ciento a las que se les exige el 60, que son todas las otras incluida Santa Fe. "Es decir, los que hicieron las cosas mal siguen siendo premiados, los que las hicimos medianamente bien somos castigados", se condolían los negociadores santafesinos.
Esta negociación ya es kafkiana. Parte del acuerdo firmado el 27 de febrero, en el que se pide que se cumpla lo que se había suscripto ya en el mes de noviembre de 2001. Es decir que a exigencia del FMI las provincias debían reducir en un 60% el déficit que tuvieron en ese año. Pero en noviembre a Santa Fe y otras cuatro provincias se les reconoció un "bonus" por cual dado que no refinanciaban deudas no se les quitaría el 13 por ciento de coparticipación. En febrero se le mantiene este reconocimiento del 13 por ciento pero se hace flotante todo el piso de coparticipación. Ahora en Santa Fe dicen que no están jurídicamente obligados a aceptar bajar en un 60 por ciento el déficit dadas las condiciones financieras de la provincia pero que no obstante aceptan el compromiso por solidaridad con las demás y para no entorpecer las negociaciones con el FMI que pide tal medida de modo general.
En rigor, Santa Fe podría llegar a cumplir esa pauta casi con un poco más de comodidad que otras provincias. Siempre y cuando se confirmen las restantes previsiones que asegura la Nación de aquí a fin de año: 49% de promedio inflacionario, 10% de baja de la actividad económica y el promedio de 2,62 para el dólar. Es aquí donde entran todas las dudas por cuanto se sospecha que tales pautas no se podrían cumplir en los próximos meses. De allí que Santa Fe pida que en el convenio figure que es la Nación la que las estipula de modo tal que si, por ejemplo, el dólar supera este promedio (está muy por encima de los tres pesos) y los precios no bajan o se estabilizan, la recaudación no crece, etcétera, los compromisos asumidos por la provincia se verían cuanto menos relativizados.
Reconocimiento que se demora
Pero aún resta que a la provincia le reconozcan su condición de "estar mejor administrada" tal como exige. Pide que le paguen los casi 400 millones que le debe la Nación. "Algo de eso, al menos", dice la Casa Gris. Fuera de ello que le permitan recibir los dos tramos restantes del crédito otorgado por el Banco Mundial que suman 180 millones "de dólares" y no que se lo quieran descontar de los 200 millones que el FMI, en función del convenio, pondría para financiar el restante 40 por ciento del déficit.
Esta casi burda simplificación de la engorrosa negociación entre Santa Fe y la Nación resume solamente la teoría. Restan dos detalles. El primero que aparezcan los fondos y que el FMI quiera firmar con la Nación. El segundo, el ingrediente político.
Estos dos detalles estarían dentro y fuera del país íntimamente relacionados. Si como dice Stiglitz es el FMI el que no quiere acordar con la Argentina eso tiene una sola lectura: "Es el gobierno de Estados Unidos el que no quiere hacerlo", según algunos analistas. Eso y decir que Washington quiere que se vaya Duhalde suena igual. Y en esto se toca el ingrediente político interno.
Dado que lo conocen bien, los gobernadores peronistas sabían que Duhalde no bien viera cerca el acuerdo con el FMI lo primero que diría es que se queda hasta el 2003. Es hasta ese año que quieren que se quede pero no más allá de marzo. De la Sota (que con Reutemann funciona en tándem en el cada vez más aceitado eje Sancor) acaba de formular el pedido por ambos: elecciones para entonces.
De la Sota tiene menos que perder que Reutemann. Este debe cuidarse de no quejarse mucho de criticar a Buenos Aires (ciudad y provincia) en las negociaciones económicas con la Nación porque necesitará de los votos de esos distritos si finalmente se decide "a enfrentar a cualquiera, incluido Menem" en las internas abiertas de noviembre o diciembre que propone y a lo que todavía hace oídos sordos el presidente como aconteció en Santa Rosa (La Pampa) por lo que Reutemann y De la Sota se volvieron enojados quitando su imagen de foto final. No quiere ser quien impide un eventual acuerdo con el FMI, por lo que deberá firmar tarde o temprano, pero no puede una vez más dejarse convencer con facilidad a riesgo de que los santafesinos comiencen a preguntarse de qué valió ser alumnos aplicados si lo que viene es más ajuste, igual que para todos.