Elbio Evangeliste / La Capital
A río revuelto ganancia de pescadores”, dice el viejo refrán. Y quien pescó tres puntos en la gris tarde en el José Olaeta fue Argentino. El pésimo arbitraje de Manuel Loureiro (aquel recordado juez de la final con Tigre en el Gigante de Arroyito y odiado por el pueblo salaíto) ayudó para que el albo terminara el torneo con una sonrisa. Aunque claro, mérito también tuvo Argentino en saber aprovechar los dos hombres de más después de que el Castrilli del subdesarrollo le expulsara a Temperley tres hombres en tan sólo tres minutos —a los 82, 83 y 84—. Cosa que no hizo la visita cuando jugaba con un hombre de más por la expulsión de Facundo De la Vega. Por eso los últimos minutos se jugaron a matar o morir, porque más allá de que Argentino ya no podía entrar al decagonal final no quería regalarle nada a un Temperley que había llegado a Rosario también con la ilusión de lograr un lugar entre los diez mejores en busca del ascenso. El esfuerzo de Leonardo Villa, la figura de la cancha a pesar de haber jugado sólo 30 minutos, tuvo su premio. El juvenil fue derribado cuando ingresaba al área por Gaitán y Loureiro, en uno de los pocos aciertos de la tarde, marcó el penal que Robisso se encargó de convertir cuando el encuentro se moría. Hasta ahí no había casi nada para rescatar del partido. Los dos equipos habían hecho un primer tiempo demasiado pobre y con escasas situaciones de gol. Y teniendo en cuenta que Deportivo Morón estaba empatando con el descendido Ituzaingó, las chances de Temperley eran cada vez más escuetas. Así y todo los celestes no querían volverse a Buenos Aires con las manos vacías. Aunque tampoco hicieron méritos como para pelearla hasta el final. Un zurdazo de Stranges que dio en el palo derecho de Del Vecchio fue la más clara para la visita. Mientras que argentino recién pudo despertar cuando Barbieri mandó a la cancha a Villa, quien se adueñó de sector izquierdo del terreno y se convirtió en una verdadera pesadilla para el fondo de Temperley. Con la expulsión de De la Vega —estaba amonestado y pateó la pelota lejos cuando el juego estaba parado— Temperley mostró lo mejor de la tarde y logró arrinconar a Argentino, pero no le sirvió de mucho. Se quedó con las ganas de convertir y encima a los pocos minutos llegó el triplete de Loureiro. Las expulsiones fueron determinantes, pero no por ello cabría menospreciar el valor del triunfo de un grupo que remó contra la corriente todo el año (ver aparte) y que en la última fecha sólo quería ofrendarle una victoria a su gente. Porque más allá de que quedó en el umbral de la clasificación, el objetivo de Argentino antes de comenzar el torneo era salvarse del descenso. Y eso ya lo había logrado.
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