Dinamarca volvió a convertirse en la sombra negra de Uruguay en los mundiales, al ganarle por 2 a 1, en el cotejo que completó la 1ª fecha del grupo A. Uruguay tuvo un auspicioso comienzo, porque Pablo García todas las pelotas divididas que daban vuelta por la mitad de la cancha y Alvaro Recoba se encargaba de darle una pincelada de talento a cada una de las que pasaba por sus pies. Sin embargo, lo que bien vendían adelante los orientales lo regalaban atrás, cuando Gustavo Méndez y Gonzalo Sorondo no se decidían a tomar a la estrella dinamarquesa, Ebbe Sand, quien demostró el valor de sus pergaminos al sacudir el horizontal del arco de Fabián Carini. Ese fue un aviso de lo que vendría a partir de los 20', cuando Dinamarca reacomodó sus piezas, empezó a presionar a Recoba y compañía en la mitad de la cancha y en consecuencia a apropiarse del balón. Pero como sus cualidades técnicas siempre están por debajo de las físicas, cuando la pelota la tuvieron en sus pies los dinamarqueses optaron por llenarle de centros y pelotazos cruzados el área a los uruguayos. Sí Uruguay penaba con el juego de aire, cuando Dinamarca pudo jugar por abajo directamente lo ejecutó. Y esto ocurrió cuando Tomasson se juntó con Jesper Gronkjaer e hilvanaron una acción por izquierda con paredes largas que el delantero decoró con un derechazo esquinado. En el mismo arranque del complemento, llegó la respuesta impensada de Uruguay a través de un impresionante zurdazo de Darío Rodríguez desde afuera del área, en el que se mezclaron potencia, precisión en la pegada y la infaltable dosis de fortuna. Ese gol tuvo la virtud de modificar el desarrollo del encuentro desde lo anímico, ya que de la mano de un Recoba que se atrevió ante la superioridad numérica de sus marcadores, el esfuerzo de Gustavo Varela para recuperar en el medio y de Silva para apretar en la salida, los orientales lograron equiparar el juego durante el primer cuarto de hora del complemento. Pero como una vez instalado nuevamente el programa de la computadora dinamarquesa en el partido, Uruguay ya no tenía como volver al principio, se dedicó a complicar con lo que único que podía: las jugadas con pelota parada que producía Recoba en su absoluto rol de provocador de las infracciones y posterior lanzador. Además, pensado hacia atrás, más precisamente en el Mundial de México •86, donde sufrió la goleada más impactante de su historia mundialista (6-1) justamente ante Dinamarca, sumar en el debut no estaba nada mal. Pero el sindrome Dinamarca no parece ser un mal del que los uruguayos puedan desprenderse fácilmente, y a ocho minutos del final otra vez llegó el castigo secular, nuevamente por intermedio de Tomasson, aunque esta vez mediante golpe de cabeza. (Télam)
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