Imdad Saqi
Srinagar. - La amenaza de una guerra entre las potencias atómicas India y Pakistán podría destruir aquello que ambos países aseguran amar: Cachemira. Las personas de esta región del Himalaya se sienten traicionadas hace tiempo por ambas partes y piden paz para no resultar perjudicadas por ambos contrincantes. "Estamos ansiosos por las novedades de cada día porque nunca estamos seguros de lo que viene, y porque estamos oprimidos por los problemas económicos", dijo Hafiz Ullah, un sindicalista de Srinagar, en la parte india de Cachemira. "Cachemira está en el corazón de todo paquistaní", afirmó el mandatario de Pakistán, Pervez Musharraf. Cachemira es una parte integral de India, repiten una y otra vez sus líderes políticos. "No queremos ninguna guerra, queremos la paz", dijo el ingeniero Abdul Ahad. "India y Pakistán deben dejar de pronunciar slóganes populistas y en lugar de ello ver el problema desde una perspectiva histórica", agregó. Sin embargo, esta perspectiva es complicada. En el valle de Cachemira viven casi exclusivamente musulmanes, mientras que en Jammu, más al sur, que pertenece al Estado indio de Jammu y Cachemira, la mayoría de las personas son hindúes. A diferencia del Punjab y Bengala, los británicos no dividieron Jammu y Cachemira para anexionar la parte musulmana a Pakistán, sino que dejaron la decisión al maharajá hindú. Este eligió, en 1947 y como era de esperar, a India. Pakistán no aceptó y nació el conflicto. En 1989 comenzó a luchar el Frente de Liberación para Jammu y Cachemira (JKLF) por la independencia de la parte india de Cachemira. El JKLF es actualmente sólo un movimiento político, pero los extremistas musulmanes continúan con la lucha. Mientras que la población en el valle de Cachemira simpatizaba al principio con el JKLF, les queda poca simpatía hacia los fundamentalistas. Los habitantes se ven, sobre todo, como las víctimas del conflicto. "Llevamos una vida difícil. Es un infierno. ¿Dónde está el mundo civilizado? ¿No ve el destino de las personas aquí?", pregunta Mohiuddin Peer desde el pueblo fronterizo de Dardpora. Las semanas que siguieron a la masacre de mujeres y niños cerca de Jammu por parte de extremistas musulmanes, episodio que desató la crisis actual, son un ejemplo de lo que dice Peer. De abril a junio llegan la mayoría de los turistas. No son extranjeros, ya que desde el secuestro del alemán Dirk Hasert y otros excursionistas en 1995 no llegaron más. Sin embargo, arribaban algunos turistas indios, que eran una de las principales fuentes de ingresos del valle. Ahora, debido a la amenaza de una guerra, abandonaron Cachemira en masa. También se vieron obligadas a huir más de 100.000 personas de los pueblos en la línea divisoria a causa de los combates, por los cuales ya murieron muchos civiles. Las personas huyeron con toda prisa. Las cosechas se echan a perder y el ganado vaga sin control por todos lados. "India y Pakistán se enfrentaron en tres guerras y no llegaron a nada", dijo Abass Ansari de la Conferencia de Hurriyat, una agrupación de separatistas moderados. "El gobierno (indio) nos debería dar la autonomía, eso es todo lo que queremos", dijo Ghulam Nabi Shaheen, de la Conferencia Nacional, un partido regional. Más autonomía para la parte india de Cachemira y el reconocimiento de la línea divisoria como frontera internacional: con ello se solucionaría el problema en opinión de muchos aquí. (DPA)
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