La devaluación y el cambio de política económica modificó el panorama para la industria de maquinaria agrícola, un sector que ya venía sintiendo en los últimos años el impacto de una prolongada recesión y el arrastre de una reconversión que tuvo como ingredientes la reestructuración productiva en el agro y la apertura comercial al exterior. Si el nuevo tipo de cambio le brinda una protección extra a los nacionales y posiciona al campo en uno de los pocos sectores de la economía argentina, que puede impulsar una recuperación, las perspectivas para este año no son optimistas. El colapso del sistema financiero, la parálisis de los negocios por la incertidumbre macroeconómica, la probable caída en la producción agropecuaria y los efectos de la pesificación asimétrica, son algunos de los factores que construyen un pronóstico complicado. Un informe de Mec Consultores, elaborado por el especialista Carlos Sesé, reconstruye la transformación del sector en los años 90 y recoge algunas conclusiones a tener en cuenta para estimar el movimiento del mercado en este año. El trabajo subraya el rasgo distintivo de la industria de maquinaria agrícola: la fabricación de productos diferenciados y de elevado precio que, en Argentina, se elaboran en escala reducida y con utilización de mano de obra calificada. En ese marco, repasa la evolución del sector durante la convertibilidad, con un primer período en el cual la estabilidad de precios "influyó positivamente en la incorporación de este tipo de maquinarias al proceso productivo", que sin embargo "no tuvo como protagonista principal a productos de fabricación nacional". Por el contrario, "la oferta de maquinaria del exterior tuvo una participación importante en el abastecimiento del mercado interno". Principalmente la industria brasileña (en rigor, compañías globales que producen en el país vecino), que ganó terreno por las ventajas arancelarias del Mercosur. La dimensión de la apertura del mercado queda reflejada en el informe, que señala que el nivel de abastecimiento externo llega al 30 por ciento en tractores, 80 por ciento en cosechadoras y 60 por ciento en sembradoras.
La reconversión En este contexto de mayor apertura y competencia externa, la industria nacional fue sometida a requisitos más exigentes de servicio técnico, garantía, calidad y precios. De tal manera que "los fabricantes locales debieron reestructurar su actividad productiva y comercial a través de la especialización de la oferta, reduciendo la cantidad de modelos fabricados localmente e incorporando nueva tecnología". "Es importante señalar que estas acciones se llevaron a cabo a la par que se producían importantes cambios en la propiedad y organización empresaria de las explotaciones agropecuarias, lo que provocó una menor cantidad de clientes con un mayor poder de compra", señala Carlos Sesé.
La producción En base a las cifras del Indec, el estudio relevó la evolución de la producción de maquinaria agrícola entre 1990 y 2001. A saber: Sembradoras: entre los años 90 y 92, evidencia una caída "entre puntas" del 30%, recuperándose a partir del año 1993 para alcanzar el pico máximo de la serie en el 96, cuando la producción fue alrededor de un 80% más elevada que en 1990. Sin embargo, a partir del año 1997 la tendencia de la producción ha sido descendente, llegando en el 2001 a retroceder a los valores de 1990. Rotulación y labranza: los valores alcanzados al final de la serie son de alrededor de un 60% menos que en el año 1990. Tractores: sólo en los años 1994 y 1996 se registraron aumentos con respecto al año inmediato anterior, aunque nunca se alcanzó el nivel de 1990. Si se comparan los años 2000 y 2001 con 1990, las caídas en el nivel de producción llegan al 74,8 y 76,8%, respectivamente. Cosechadoras: la tendencia ha sido claramente descendente, con incrementos interanuales en la producción sólo en 1994, 1996 y 1997, aunque siempre las unidades manufacturadas estuvieron muy por debajo de los valores de 1990. Como dato ilustrativo puede señalarse que en el 2001 la cantidad de unidades producidas habría sido un cuarto de la producción de 1990. Un cuadro muy similar se puede apreciar para las enfardadoras y en los cabezales para cosechadoras, desmalezadoras y cortadoras, aunque con algunas particularidades para cada producto. La producción de pulverizadoras de arrastre tuvo una tendencia ascendente entre los años 1990 y 1996-97, pero a partir de allí cayó para ubicarse en niveles apenas superiores a los de 1990. En cuanto al comercio exterior, el saldo del intercambio comercial de la industria ha sido deficitario en todos los años bajo análisis, alcanzando su pico máximo en 1998, con un déficit del orden de los 278 millones de dólares. "Una de las causas de este comportamiento habría sido la creciente integración regional con Brasil y la apreciación de la moneda nacional con respecto al dólar y al real", dijo.
Las perspectivas En la actual coyuntura económica, el trabajo resalta que las perspectivas de la industria de maquinaria agrícola para el año 2002 se presentan muy complicadas. Esto se debe a una serie de factores: * Falta de crédito, dado que la producción y venta de bienes de capital de alto valor requiere necesariamente de financiamiento. Este tema incluye la influencia que pueda haber tenido el proceso de pesificación de las deudas y depósitos. El colapso del sistema financiero obligará a los fabricantes de maquinaria agrícola a buscar "soluciones imaginativas para posibilitar el financiamiento de la producción y venta de sus productos". Otro punto a considerar en este terreno es el de la tasa de interés ya que "es altamente probable que se utilice la tasa de interés como mecanismo para intentar frenar la escalada del dólar". * El nivel de las retenciones a las exportaciones, que influyen en la rentabilidad de todo el sector agropecuario, afectando las decisiones de los productores relativas a la incorporación de tecnología. * La evolución de los precios de los productos agropecuarios y, más importante aún, la relación insumo/producto. El analista de la consultora MEC pone un caso como ejemplo: de acuerdo con los datos al mes de abril de 2002, los quintales de trigo, maíz y soja o los kilogramos de novillo necesarios para pagar un tractor de 100 HP está en el nivel más alto desde 1990 (1), es decir que la cantidad de quintales por tractor está en la relación más desfavorable desde ese año. El trabajo también incluye entre los puntos a tomar en cuenta los cambios en las técnicas de laboreo y el problema suscitado por las constantes inundaciones en una buena parte de toda la Pampa Húmeda. A la hora de las conclusiones, considera que es tarea de las autoridades nacionales "rever algunas de las medidas de política económica adoptadas, que afectan seriamente a la producción agropecuaria y la industria que la asiste". A los empresarios del sector les recomienda "adecuar su estrategia empresaria de modo de mejorar su posición competitiva".
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