Año CXXXV
 Nº 49.490
Rosario,
domingo  26 de
mayo de 2002
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Análisis: Los gobernadores ponen el respirador artificial
Quitarle respaldo a Duhalde puede terminar con el bonaerense "llevándose puesto" a todo el peronismo

Mauricio Maronna / La Capital

El Partido Justicialista entró en estado de pánico. La sensata intención de ordenar la transición hasta septiembre de 2003 parece borrada de un plumazo por los datos de la realidad: la mayoría de la sociedad considera que es hora de adelantar el llamado a las urnas.
Los gobernadores decidirán mañana si le quitan o no el respirador artificial con el que sobrevive el errático gobierno de Eduardo Duhalde. Una cruel paradoja sobrevuela el escenario oficialista: prolongar la terapia intensiva del Ejecutivo socavará las perspectivas electorales de los mandatarios provinciales presidenciables, pero quitarle respaldo al jefe del Estado puede terminar con el bonaerense llevándose puesto a todo el PJ. ¿O las cacerolas duermen un sueño eterno?
Un flamante sondeo realizado en Rosario por Andrés Mautone & Asociados muestra el in crescendo el descontento: siete de cada diez personas opinan que debe haber comicios anticipados, y ocho de cada diez encuestados sostienen que los comicios tienen que servir para renovar todos los cargos, ejecutivos y legislativos. Un símil de los muestreos nacionales.
Con semejante escenario ya no son pocos los dirigentes del PJ que consideran que se deben adelantar las fechas de los comicios para marzo del año próximo (incluso algunos ya hablan de octubre o noviembre de este año), a riesgo de que una caída estrepitosa del gobierno le otorgue la razón al menemismo y se deba elegir nuevo presidente dentro de los próximos 120 días.
"Nuestra única esperanza se llama Carlos Reutemann, pero las dudas del Lole enfurecen a Duhalde y desconciertan a De la Sota. El Negro (por Duhalde) cree que Menem crece en las encuestas porque Reutemann no se decide... Y antes de regalarle el escenario a Menem se va, pero incendiando Roma", vomitó ante este diario uno de los pocos dirigentes santafesinos que mantiene un puente de plata con el bonaerense.
La Capital adelantó el domingo 28 de abril pasado que José Manuel de la Sota quería hacer revivir el eje Sancor: apoyar la candidatura presidencial de Reutemann y pelear la presidencia del partido coptando a un sector del Partido Justicialista bonaerense (Felipe Solá y Julio Alak). Hoy, este diario está en condiciones de afirmar que el tema fue hablado en riguroso secreto por De la Sota y Reutemann cuando se encontraron hace dos semanas en la Mercoláctea de San Francisco. "Con Solá sería el eje Sancorba", juguetean desde La Plata.
Es más, una información (¿disfrazada de operación?) que bajó desde la capital cordobesa indicó que el santafesino sugirió un nombre como potencial vice: el presidente de la Federación Argentina de Municipios e intendente de Villa María, Eduardo Accastello (¿?).
Los silencios de Reutemann confunden a Duhalde, a De la Sota, a los medios porteños y a todos y cada uno de los dirigentes que releen con angustia las encuestas que llegan a sus manos: entre Reutemann, Carrió o Zamora se dirime la futura presidencia.
Menem (cargando con un inmenso desprestigio, pero siempre rápido de reflejos) salió a hacer una prueba de tanques llenos con su propuesta de llamar a elecciones en 120 días y obligó a que el resto del PJ pose nuevamente sus ojos sobre Santa Fe, resignándose, incluso, a ser socios minoritarios del Lole.
"Yo no voy a ser nunca el gerente de una cooperativa, no se equivoquen", dice el titular de la Casa Gris. Aunque jamás lo admita en público, Reutemann evalúa cuál puede ser el camino más corto y menos traumático que lo conduzca hacia Balcarce 50. Pero, mientras tanto, sigue sin sacar el auto de boxes. La Pampa tiene el ombú, pero desde mañana también la llave que decodifique algún signo del futuro.
"¿Alguien está pensando en la gente?", se preguntaba la Alianza desde un spot televisivo durante la campaña electoral del 99, antes de su bochornoso paso por el gobierno. El mismo interrogante podría formularse hoy y tendría una respuesta cantada: casi nadie.



El rictus amargo de Duhalde hace presagiar problemas.
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