Miguel Pisano / Ovación
Que Central comience la próxima temporada con el más bajo promedio de los equipos que dividen por tres es un dato de la realidad tan incontrastable como relativo. En el primer caso resulta absolutamente estéril negar la contundente verdad de los números, que no hace más que reflejar la situación por la que atraviesa el equipo al cabo de las dos últimas temporadas. Y en el segundo ítem el promedio por sí solo no significa demasiado, dado que así como Central deberá mejorar ostensiblemente la campaña en los dos torneos de la temporada que comenzará el 28 de julio, su suerte también dependerá en gran parte de la performance que cumplan los demás equipos que pelean los últimos lugares. Hace bien el Flaco Menotti en hablar y en pensar en pelear arriba, así como en formar un equipo protagonista, porque la única o la mejor manera de evitar el descenso es armar un conjunto que salga a ganar en todas las canchas, dado que con el actual sistema de puntaje es incomparable la ventaja de los tres puntos por partido ganado sobre la unidad que otorga el empate. Sin embargo, en la temporada que concluyó, Central ha cosechado una mayor cantidad de puntos con el planteo más conservador de Juan José López, con el que logró el 43 por ciento de los puntos en juego, por sobre el 25 por ciento que alcanzó con Daniel Teglia y casi el 39 por ciento de César Luis Menotti, en ambos casos con posturas mucho más ofensivas. Jota Jota López acertó en la formación de una sólida estructura defensiva con el simple recurso de parar en la mayoría de los partidos una doble línea de cuatro y dejar adelante a Arias y Pizzi, quien además no estaba en su mejor nivel. El técnico armó una buena defensa con Cetto, Muñoz Mustafá, el Cata Díaz y Rivarola, y una segunda línea de cuatro con Vespa, Daniel Quinteros, Erroz y De Bruno. El Negro consiguió así un buen rendimiento defensivo, aunque le faltó completar la ecuación con una aceptable propuesta ofensiva y finalmente renunció en forma sorpresiva después de igualar 1 a 1 el clásico que su equipo comenzó ganando desde los 6 minutos, con aquel gol del Sapito Encina. Empero, ese día el técnico metió el equipo atrás por ese estigma de los técnicos que cambian el planteo con el que consiguieron el gol y luego de ese partido dejó el cargo, al cabo de apenas cinco meses en los que vivió en un hotel y no alcanzó a arraigarse ni en el club ni en la ciudad. El entonces coordinador de las divisiones inferiores, Daniel Teglia, se hizo cargo del equipo en el tramo final del Apertura, en un atípico proceso en el que el conjunto jugó bien en varios partidos, pero falló en la definición y perdió demasiados puntos. El ciclo de Teglia pareció encaminarse en el comienzo del último torneo Clausura, cuando empató como visitante de Lanús y le ganó como local a Argentinos Juniors, aunque luego la racha de cuatro caídas consecutivas lo obligó a renunciar, a pesar de contar con el respaldo de casi todo el club. La llegada de un técnico de la jerarquía de Menotti le dio al equipo otra fisonomía y le quitó la presión de pelear el descenso, aunque ahora el Flaco deberá plasmar en los resultados todo lo bueno que el equipo propone en la cancha. Será cuestión de recuperar la solidez defensiva de otrora y, sobre todo, aumentar la definición de las llegadas que genera. Casi nada, casi todo.
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