Año CXXXV
 Nº 49.484
Rosario,
martes  21 de
mayo de 2002
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La sorpresa palestina

La primera película palestina que aspira a la Palma de Oro, "Yadon Ilaheyya" ("Intervención divina") de Elia Suleimán, dio ayer la primera gran sorpresa al 55 Festival de Cannes, que descubrió una obra a la vez cáustica y poética, con un humor digno de Buster Keaton.
Subtitulada "Una crónica de amor y de dolor", la película palestina hace oscilar al espectador entre la carcajada y el silencio emocionado, y recibió una catarata de aplausos al aparecer la palabra fin.
Prácticamente sin diálogos, recuperando una tradición de comedia que remonta al cine mudo, Suleimán instala al espectador en Palestina. Primero en Nazaret, con una serie de escenas repetitivas que hacen desopilantes los pequeños dramas de la vida cotidiana de un grupo de habitantes, y luego entre Ramalá y Jerusalén, en un puesto de control del ejército israelí, junto al cual un terreno baldío destinado al estacionamiento es el escenario del amor frustrado de una pareja de palestinos. El vive en Jerusalén, ella en Ramalá, y la ocupación les impide amarse normalmente.
El relato lineal de lo real se transforma en fantasía. Al humor del absurdo y la farsa suceden por momentos, súbitamente, escenas de violencia contenida pero terrible -como ese duelo silencioso en el que sólo se intercambian miradas entre un colono israelí y un palestino detenidos cada uno en su automóvil por la luz roja de un semáforo-, o en alegoría de evidencia infantil, como la muchacha palestina transformada en luchadora ninja y en santa con aureola de balas. "Lo que traté de hacer fue integrarla imaginación a la estructura del filme", dijo el director, que también actúa en la película.


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