Washington. - La Casa Blanca de George W. Bush y los servicios de inteligencia seguían bajo fuego, por nuevas revelaciones de la prensa sobre la inacción de ambos, gobierno y agencias federales, ante informes que alertaban, con mucha antelación al 11 de septiembre, sobre ataques terroristas islámicos a los EEUU. El escándalo tuvo ayer su primera víctima: el jefe de contraterrorismo de la CIA fue despedido.
Pero las acusaciones al Ejecutivo no se detienen: ayer, dos de los principales medios del país, The Washington Post y The New York Times, publicaron información lapidaria para la administración republicana y los servicios de inteligencia, respectivamente.
El informe presentado al presidente de Estados Unidos por la CIA el 6 de agosto pasado estaba centrado en posibles atentados de Al Qaeda en territorio norteamericano y no contra objetivos estadounidenses en el exterior, tal como afirmó la Casa Blanca. Así lo reveló ayer The Washington Post, que precisó que el memorándum recibido por el mandatario se titulaba "Bin Laden decidido a atacar en Estados Unidos", y no "Bin Laden decidido a atacar a Estados Unidos", frase que eventualmente puede referirse a los numerosos intereses del país en el mundo. La expresión corresponde a lo dicho el viernes por el vocero presidencial Ari Fleischer.
Las críticas también salpican al FBI, luego de la advertencia en julio de un agente de Arizona de la presencia de numerosos alumnos árabes en escuelas de vuelo.
Un alerta preciso en 1996
Según el The New York Times de ayer, el FBI sabía desde hace años que Bin Laden y Al Qaeda entrenaban pilotos en Estados Unidos y en otros puntos del planeta, de acuerdo a grabaciones y entrevistas en las escuelas de vuelo. El FBI conocía desde 1996 que Al Qaeda podría realizar un ataque suicida con aviones contra algún gran edificio de la CIA u otro centro federal en la zona de Washington. Pero los funcionarios que admitieron estos datos dijeron que el FBI descartó la posibilidad de un ataque kamikaze con aviones. "La agencia falló en reunir y hacer un cuadro de conjunto" de las evidencias reunidas durante años acerca del entrenamiento de los hombres de Al Qaeda en las escuelas de aviación, apunta el NY Times.
La pasada semana, continúa el rotativo, el FBI admitió la existencia de un memorándum escrito el pasado verano (boreal), julio más precisamente, en el cual un agente de la ciudad de Phoenix, Arizona, llamaba a sus superiores a investigar un hombre que se había inscripto en una escuela de vuelo y podía estar conectado con Bin Laden. Además, el memorándum de Phoenix no fue la primera alarma acerca de que los terroristas de Al Qaeda estaban interesados en aprender vuelo.
El plan de Abdul Murad
Mucho antes, en 1996, el terrorista paquistaní Abdul Hakim Murad confesó que había planeado usar su entrenamiento de vuelo recibido en EEUU para volar un avión y estrellarlo contra el cuartel general de la CIA en Langley, Virginia, o algún otro edificio federal. Murad, quien fue capturado en las Filipinas en el 95 e imputado de cargos de conspiración para hacer estallar 12 aviones de línea estadounidenses simultáneamente sobre el océano Pacífico, recibió instrucción de vuelo en escuelas de Nueva York, Carolina del Norte, California y Texas, reporta el New York Times.
Un análisis de inteligencia de la CIA de septiembre del 99 se basó en las confesiones del paquistaní. Este informe alertó que los terroristas de Bin Laden podrían secuestrar un avión comercial y lanzarlo contra edificios gubernamentales como el Pentágono. "Terroristas suicidas de Al Qaeda podrían estrellar un avión con explosivos contra el Pentágono, la CIA o la Casa Blanca", se alerta en el dossier, que incluía, premonitoriamente, una foto de las Torres Gemelas.
Asimismo, la escuela de vuelo de Oklahoma en la que estudió el año pasado Zacarias Moussaoui, el presunto miembro número 20 de los secuestradores-kamikaze del 11 de septiembre, detenido días antes de esa misión, había sido investigado por el FBI en el 98 después de descubrirse que otro ex estudiante de vuelo había participado en los ataques explosivos a las embajadas de EEUU en Africa oriental, atribuidos fuera de toda duda a Al Qaeda.
El Congreso estudia ahora por qué el FBI y otras agencias federales fallaron en reconocer los numerosos signos que hubieran podido prevenir la hecatombe del 11 de septiembre. Al menos seis de los secuestradores del 11 de septiembre estudiaron y entrenaron en escuelas aéreas de EEUU.
El denominado memorándum Phoenix, junto con la información conocida esta semana acerca del alerta dado en agosto al presidente Bush sobre la posibilidad de que Al Qaeda cometiera secuestros de aviones, es considerado por los legisladores como evidencia de negligencia del gobierno ante el inminente peligro. Un agente federal retirado, Lewis Schiliro, afirmó que mientras el FBI se preocupada por el secuestro de aviones, "nadie se enfocó en el uso de los aviones como armas", y en conectar los datos reunidos.
La primera víctima del escándalo
El jefe de contraespionaje de la CIA, Cofer Black, deberá dejar su puesto, según informó ayer el canal de televisión estadounidense ABC.
Black, que ocupó durante tres años el cargo de jefe del centro de contraespionaje de la CIA, es responsable, al parecer, de la deficiente coordinación entre los diferentes organismos del gobierno estadounidense. O en todo caso, el chivo expiatorio del escándalo, que salpica de lleno la figura del presidente George W. Bush y a su inmediato entorno, a la poderosa asesora de seguridad nacional Condoleeza Rice ante todo. Bush había hecho del 11 de septiembre y de la guerra al terrorismo en Afganistán contra Al Qaeda su bandera, logrando índices de popularidad sin precedentes para un presidente que llegó al poder luego de una controversial elección que fue laudada por la Corte Suprema de Justicia en su favor.