Las series de estampas "Los Caprichos", "Los desastres de la guerra" y "Los disparates" grabadas por Goya y editadas por la Real Academia de San Fernando fueron donadas al Museo Municipal de Bellas Artes por los herederos de Juan B. Castagnino en 1941 y constituyen un valioso conjunto en el marco de la colección de la institución, que actualmente la expone en conjunto. Las fechas de las ediciones legadas inducen a pensar que las tres series debieron haber sido adquiridas por el coleccionista rosarino en la misma época, ya que la sexta edición de "Los caprichos" que conserva el museo coincidió con la primera de los "Desastres de la guerra" (1863), y la de los "Proverbios" fue del año siguiente (1864). La ausencia de la "Tauromaquia" en la colección -sin dudas la serie mas divulgada- se justifica por el hecho de que las planchas no habían llegado a Madrid en el momento de la compra de Castagnino: el Círculo de Bellas Artes de Madrid dispuso de ellas en 1920 cuando llegaron de Francia.
Francisco de Goya, definido por sí mismo como pintor, es considerado en la actualidad uno de los creadores emblemáticos y más representativos de una sociedad plena de cambios históricos, sociales, culturales, políticos, de los que da cuenta con gran libertad técnica, expresiva y conceptual en estas series gráficas. El grabado fue sólo un medio de expresión más en el desarrollo de su obra y favoreció la difusión de sus ideas en el marco de "regeneración moral" que proponían los ilustrados. Los temas tratados en las cuatro series gráficas tuvieron una importante proyección popular y encarnaron una fuerte crítica a la sociedad, a la política y al poder religioso de su época.
Vale aclarar que Goya rara vez estampó o preparó los cobres, sólo los grabó. No tenía taller de grabado (en el inventario de sus bienes realizado en 1812, no figura ningún tórculo) y probablemente solicitaba los servicios de los talleres de estampación que existían en Madrid. Con respecto a la técnica, circulaban en ese momento infinidad de "recetas" de aguafuerte y barnices que habrían estimulado al maestro el interés en la experimentación, que posteriormente benefició considerablemente las posibilidades expresivas de sus temas.
Una relación misteriosa
La serie de "Los caprichos" -la primera concebida por Goya para ser vendida como tal- es fundamental en el conjunto de su obra y difundió no sólo su estética sino sus ideas en toda Europa en épocas del Romanticismo.
Probablemente el artista decidió grabar las planchas durante la crisis de su enfermedad en 1792 que lo obligó a encerrarse en sí mismo y dar lugar a la "invención". Su estadía en Sanlúcar de Barrameda en casa de la duquesa de Alba en 1797 y la relación misteriosa que mantuvieron en ese período también fueron evocadas en las estampas, hecho del que da cuenta la utilización de algunos dibujos del álbum realizado en Cádiz. Algunos historiadores también aseguran que hay ideas tomadas del "Album B" o "Album de Madrid", datado en 1793/94, como algunas anteriores, tomadas de los cartones de tapices de los años 80.
Existen referencias de un intento de publicación de la serie con el título "Colección de sueños". La figura del "sueño", recurso literario de fines del siglo XVIII, protegía las imágenes de Goya de la censura: cada una se aleja de la realidad en beneficio de "dar forma" a la imaginación. La serie se publicó en 1797, llevaba en el frontispicio al autor dormido, soñando, con la inscripción "el sueño de la razón produce monstruos", que luego será la lámina número 43 en la serie conocida en la actualidad, publicada en 1799. Esta, constituida por ochenta láminas lleva en la portada su autorretrato a los cincuenta años mirando de reojo al espectador, con una leyenda en la que se lee: "Franco Goya y Lucientes, Pintor". Goya cambió mas tarde el título de "sueños" a "caprichos" seguramente porque esta figura tenía una connotación humorística e irónica y constituía un recurso típico del ridículo del siglo XVIII.
Cada lámina fue "titulada" con frases ambiguas que universalizan su contenido algunas veces confuso. Con respecto a la técnica, Goya trabajó con mucho interés en un primer momento en los dibujos preparatorios (hoy en la Biblioteca de Madrid), que dan cuenta de una maduración lenta de la imagen, de su génesis y cambios.
En enero de 1799 Goya vendió a la duquesa de Osuna cuatro ejemplares y el 6 de febrero se anunció en el Diario de Madrid, con un texto seguramente redactado por Ceán Bermúdez, crítico e historiador de arte y amigo del artista. En 1803 -seguramente para evitar alguna acusación ante la Inquisición- regaló las planchas y los ejemplares que le quedaban de la serie al rey, luego destinados a la Real Calcografía (donde en la actualidad se conservan) solicitando a cambio una pensión para su hijo, a la que Carlos IV accedió.
El Castagnino posee la colección original de 80 láminas correlativas y publicada por la Calcografía Nacional correspondiente a la sexta tirada. De la misma serie, el museo posee 27 láminas de edición y tirada desconocidas, donadas por la Comisión Municipal de Bellas Artes en fecha desconocida.
La Guerra de la Independencia (1808-1814) inspiró a Goya la elaboración de la serie "Los desastres de la guerra". La política del gobierno de Fernando VII no permitió su difusión, y recién salió a la luz editada por la Real Academia de San Fernando en 1863.
Las primeras láminas fueron fechadas por el artista en 1810 y las últimas en 1820. Pueden diferenciarse tres ciclos: el primero, hasta el desastre nº 47, representa escenas de la guerra propiamente dicha; la estampa "Tristes presentimientos de lo que ha de acontecer" introduce al drama que se desarrollará en el resto de la serie. El segundo, representa las escenas del "hambre de Madrid". Goya refleja este hecho histórico acaecido entre 1811 y 1812 en forma dramática, grabado con seguridad después de esa fecha.
Represión y vuelta al absolutismo
Finalmente las estampas que se refieren al período constitucional y al regreso de Fernando VII, cuya represión y vuelta al absolutismo iniciaba una feroz represión a los liberales, fueron conocidas como "Caprichos enfáticos". Aquí Goya usa, seguramente por la actualidad de los temas tratados, un lenguaje ambiguo y simbólico: concluida la guerra nada ha cambiado, descubre y señala los viejos vicios sociales, políticos y religiosos.
Goya desarrolló la serie a partir de dibujos preparatorios, generalmente realizados a sanguina y en algunos casos con aguadas. Técnicamente, introdujo una importante novedad con respecto a "Los caprichos": utilizó casi con exclusividad el aguafuerte, logrando que las líneas de las figuras destaquen sobre fondos vacíos, sin matices tonales y acentuando la expresividad dramática. Aparece en esta obra un estilo nuevo de dibujo en el que las líneas se retuercen, se quiebran y se funden en sombras y luces logrando un expresionismo exacerbado. Goya ha compuesto las imágenes evocando sus propios recuerdos y universaliza los acontecimientos protagonizados por el pueblo anónimo, el hambre, el heroísmo, la crueldad y la muerte, sin adoptar una posición partidista.
Las primeras estampas circularon entre sus íntimos, entre ellos Ceán Bermúdez cuyo ejemplar completo y encuadernado llevaba el título "Fatales consecuencias de la sangrienta guerra de España con Bonaparte y otros caprichos enfáticos en 85 estampas inventadas, dibujadas y grabadas por el pintor original Francisco de Goya y Lucientes en Madrid". A la muerte de Goya, su hijo guardó los cobres que llegaron a la Academia con algunos daños después de cuarenta años de encierro. La primera edición publicada por la Academia de San Fernando fue en 1863, a la cual corresponde la serie del Museo Castagnino. Originariamente, comprendía 82 grabados pero 2 de ellos fueron retirados en la edición definitiva. Debido al criterio de estampación de entonces -segunda mitad de siglo XIX- se tendió a uniformar la composición y se cubrieron las estampas con un velo de tinta que suprimió los contrastes dramáticos de blancos y negros ideados por el maestro.
(*) Jefa del departamento de Catalogación \de la Colección del Museo Castagnino