Carlos Walter Barbarich / La Capital
Venado Tuerto. - La falta de liquidez en el mercado trajo aparejado una serie de cambios en las pautas culturales de los consumidores venadenses. Donde más se notó esa situación fue en las amas de casa que volvieron a los almacenes y despensas de barrio para desempolvar las viejas libretas de fiado y obtener, de esa manera, un respiro a los alicaídos bolsillos. El dueño del almacén Mi Barrio, Juan Carlos Borello, confirmó esa tendencia aunque aseguró que "la gente compra lo justo y necesario, sin gastar un peso de más". La casi olvidada libreta de fiado, hoy más que nunca reciclada, parece ser la vedete de la crisis. Envalentonada por una situación adversa, parece decidida a sacudir el polvo que reinaba en su lomo e incorporarse rápidamente en la idiosincrasia barrial. "Se terminó el Primer Mundo y hora estamos como en el pasado", dijo con sorna una vecina que traía su libreta dentro de la bolsa de los mandados. "En la calle no hay un mango y si no fuera por los almaceneros, que nos fían hasta que cobremos algo, no podríamos comer", dijo un cliente, quien aseguró que en los momentos de bonanza realizaba una compra semanal en los grandes supermercados de la ciudad, pero al contado. En muchas de las despensas venadenses las ventas se realizan mitad fiado y mitad en efectivo. Pero no todo lo que brilla es oro. Muchos comerciantes también señalan que en muchas ocasiones no pueden dar mucho fiado, ni por mucho tiempo porque la reposición de mercaderías, por parte de los distribuidores, es al contado. Eva Molina confirmó esta tendencia, al tiempo que aseguró que "puede haber otros almaceneros que tienen más resto para bancar el fiado". Luego añadió que "la costumbre actual de comprar lo justo y necesario comenzó a partir de la incertidumbre económica que hay en el país y desde que el dólar se fue por las nubes". Lo cierto es que la lista de precios nunca es homogénea y varía de acuerdo a la moneda norteamericana, pese a la supuesta estabilidad que tiene desde hace unas semanas. A pesar de que muchos almaceneros prefieren trabajar con fiados, no menos cierto es que los mismos no son como los de otras épocas donde al cliente se le cobraba a fin de mes. Ahora el período de pago se extiende por un plazo de quince días en los casos más optimistas. Los clientes agradecidos, por lo menos tiran la pelota para adelante y esperan que ingrese el ansiado dinero. Otro de los temas que preocupan a los almaceneros es el desabastecimiento de sus negocios. Sucede que para abastecerlos hace falta efectivo, algo más que difícil de obtener en estos tiempos de vacas flacas. El tano Cataldi, un almacenero del centro, admitió que su negocio no está como en otras épocas. Las góndolas semivacías de su local dan cuenta de lo que dice. En los locales más alejados del centro la situación es más compleja ya que los comerciantes se debaten entre la posibilidad de vender al fiado o sencillamente no vender nada. "Hay mucha gente que se demora en el pago de sus cuentas porque sencillamente no tiene dinero y no porque no quiera cancelar sus obligaciones", dijo la propietaria de un almacén del barrio Iturbide. En tanto, los supermercados grandes de la ciudad tientan a la gente con ofertas más que interesantes, pero no encuentran el eco deseado en los consumidores por falta de circulante. Trascartón algunos de ellos prefieren no trabajar con tarjetas de crédito, lo que hace más difícil aún la venta de mercaderías.
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