La industria de la bicicleta en Rosario parece resurgir de las cenizas. Después de una década de importaciones que prácticamente sepultaron la actividad y llevaron a la quiebra a un sinnúmero de empresas, la salida de la convertibilidad comenzó a inyectar un poco de oxígeno a los golpeados fabricantes locales. Según reveló el presidente de la Cámara de Industriales de la Bicicleta, Ernesto Aita, "en lo que va del año ya se reactivaron 30 empresas que emplean en total a cerca de 300 personas". Es más, a este dato por demás de alentador, se sumó el cálculo del director de Ingeniería de Tránsito de la Municipalidad, Santiago Tazzioli, quien estimó que desde el año pasado a estos días, se duplicó la cantidad de bicicletas que circulan en la ciudad.
"En la década del 80, Rosario era la zona productora de bicicletas por excelencia de todo el país. Eramos la perla de Argentina, pero con la apertura de las importaciones nos convertimos en la perla negra de la desocupación", recordó Aita con nostalgia y cierto tono de bronca. Pero a renglón seguido, destacó que la salida de la convertibilidad ha comenzado a reactivar el sector. "Lentamente y con planteles mínimos, las empresas que fabrican partes de bicicletas han comenzado a reabrir y a generar nuevas fuentes de trabajo", reveló.
Según sus cálculos, en lo que va del año ya son 30 las industrias que volvieron a levantar las persianas y, gracias a esto, unos 300 rosarinos recuperaron sus antiguos empleos.
Pero para el empresario la reactivación del sector sería aún mayor si cambiaran algunas pautas del mercado. "Hay algunos insumos que deberían haber bajado sus precios, pero las empresas monopólicas que manejan el sector cotizan productos con un dólar a cinco pesos, lo que es muy elevado", indicó.
Es más, Aita consideró que "si el dólar se estabiliza y las tarjetas de crédito vuelven a dar planes de pago en más cuotas y sin los intereses usurarios actuales, la reactivación será aún mayor".
No obstante, y pese a estas desventajas, las industrias han vuelto a abrir sus puertas al tiempo que el fantasma de las bicicletas que llegaban de China a menos de dos dólares, se aleja cada vez más.
Optimismo de los fabricantes
"En los años setenta llegué a tener 170 empleados fabricando frenos, palancas y engranajes, pero cuando en los noventa empezaron a entrar bicicletas de China a 1,80 dólares fue imposible competir y tuve que cerrar", recordó Julián Sánchez, el dueño de la desaparecida fábrica Giorgia, que en sus mejores épocas no sólo abastecía al mercado nacional, sino que llegó a exportar bicipartes desde Rosario a Uruguay y Brasil.
Lo cierto es que a pesar de su caída comercial, Sánchez se muestra hoy muy optimista. Es que por estos días se encuentra abocado, junto a una decena de empleados que hace tiempo trabajaron en su fábrica, al armado de bicipartes. "Con la devaluación, la actividad se empezó a reactivar, ya no tenemos el fantasma de los productos importados y ya hay gente que se acercó con intención de que volvamos a exportar productos", aseguró.
Otro de los que también se mostró optimista fue Enzo Carnevale, prácticamente el único fabricante de piñones de bicicletas que quedó en pie en la región. "En el año 92 vendí el último piñón y la actividad no se movió más hasta estos meses, en que han vuelto los encargues", indicó.
Carnevale es otro de los fabricantes que llegó a la cima de su producción a mediados de los ochenta, cuando empleaba en su fábrica de la zona sur a una veintena de rosarinos y tenía una producción de entre 20 y 30 mil piñones por mes.
Hoy, el empresario se muestra optimista, aunque prefiere inclinarse por la cautela. "Creo que para ver un repunte de la actividad, primero hay que esperar que se estabilice el dólar, lo que provocará una estabilización de los precios que se manejan en el mercado", opinó.
Un indicador de la crisis
Pero el aumento de bicicletas en las calles de Rosario también refleja otro fenómeno: el incremento de la crisis económica que, sin dudas, provoca una caída del número de pasajeros en los colectivos.
Es a raíz de esto que sobre el ciclista local pesan riesgos adicionales. Su opción por la bici ni siquiera es vocacional y suele carecer de entrenamiento para andar en dos ruedas por la calle. Pese a eso, el ambicioso plan de ciclovías proyectado por la Municipalidad en 1998 sólo sumó en los últimos dos años un nuevo tramo sobre la calle Junín cuando se abrió su doble traza.
"Al alto riesgo que la bicicleta ya tiene por definición, ahora se suman otros factores: primero, que al haber mayor circulación obviamente también se dan más accidentes, y segundo, que el nuevo ciclista local no sale a la calle por vocación ni tiene entrenamiento", razona el director de Ingeniería de Tránsito de la Municipalidad, ante un tema al que define como "preocupante".
"Un axioma de la seguridad vial es dividir la circulación en las calles por tamaño y velocidad de los vehículos", añadió Tazzioli. En ese esquema, la bici no se lleva bien con los otros rodados e incluso con los peatones, por lo que lo más aconsejable es darle, como en las bicisendas, un segmento exclusivo. Pero el plan de ciclovías de la Municipalidad se inscribe hoy en la categoría de asignaturas pendientes de la gestión Binner.
Lo cierto es que más allá de obras inconclusas, la lenta reactivación del mercado de la bicicleta le hace esbozar una pequeña sonrisa a más de un fabricante local. Y ese optimismo va de la mano con la creación de nuevas fuentes de trabajo. Hoy, ya son 300 los rosarinos que recuperaron sus viejos empleos. Una buena noticia, entre tantas malas.