Omar Bravo / La Capital
El gobernador Felipe Solá bromea ante La Capital sobre los radicales y Menem. "Son para la vida como el infortunio: siempre están", dice. Pero después reflexiona sobre el "ser o no ser" que las exigencias del Fondo Monetario y la crisis candente plantean hoy al peronismo todo. En la semana, las leyes que quieren el Ejecutivo y los gobernadores volvieron a empantanarse en el Congreso y todos, legisladores, Ejecutivo y gobernadores, se pasaron facturas. Y el bonaerense pasó todo bajo la lupa. -¿El PJ libra una interna mientras trata de gobernar la crisis? -No. No lo pondría en términos de interna sino en cómo responde cada dirigente frente a sus obligaciones en situaciones límites. Los gobernadores tenemos que pagar salarios, mantener los servicios. Los legisladores, demostrar que no están para votar cualquier cosa. Son situaciones diferentes. Pero en Olivos, con los 14 puntos, los gobernadores pusimos un marco que el presidente (Eduardo) Duhalde aceptó. -O sea, diferencias entre la tarea ejecutiva y la legislativa... -Ideológicamente, un legislador y un gobernador pueden ser hermanos. Pero frente a cuestiones como la posición argentina en el mundo, seguramente pensarán diferente. En mi opinión, hoy no existe un grado de libertad para pensar independientemente el camino de Argentina en el mundo. No es que esté entregado, no. Simplemente veo las cosas desde mi realidad. Le repito, yo tengo que pagar los sueldos. Pero no hay que firmar cualquier cosa, ¿eh? Sí hay que mostrar voluntad de ir hacia las negociaciones. -¿Y cómo lo vio a Duhalde en los cambios en el gabinete? -Me parece que Duhalde fue hiperpragmático. El verdadero cambio de gabinete es el de Graciela Camaño por (Alfredo) Atanasof, donde se buscó una relación diferente con el Parlamento. No lo interpreto como un acercamiento a Luis Barrionuevo sino por el ascendiente de Graciela Camaño sobre el bloque (de Diputados). El cambio de (Roberto) Lavagna por (Jorge) Remes Lenicov fue beneficioso para salir de la varadura política. Creo que a Lavagna le va a costar conseguir el respeto que Remes había alcanzado en Washington. Pero Lavagna tuvo un grado de armonía inicial superior al de Remes y esa armonía era necesaria. -Esta semana se volvió a hablar de elecciones adelantadas... -Creo que vamos a pasar un buen tiempo conviviendo con esa idea, ese reclamo. En principio desearíamos aguas tranquilas y entregar el gobierno en diciembre del 2003. Pero aún cuando se solucionaran problemas mínimos económicos, vamos a seguir con una crisis muy fuerte. En este momento es final abierto. Pero los gobernadores necesitamos que Duhalde siga. -Y en el 2003, todos detrás de Carlos Reutemann... -(Risas) La esperanza blanca, ¿no? Ese mote (que se refiere a arrancar la corona de los pesos pesados a la raza negra) me parece terrible. Mire, Reutemann ha demostrado conducta y carácter, que no es poco. Pero no ha mostrado voluntad de ser el jefe. Con semejante piso de confiabilidad en medio de tanta desconfianza, Lole genera un costado peligroso. Fíjese, él está quieto en Llambi Campbell, cuidando la soja, y en ese momento miles de argentinos le están poniendo una actitud que él no tiene. Están colocando en él cosas propias. Se convierte en el receptáculo de imaginarios, proyecciones. Detrás de eso hay una idea de que algún hombre providencial vendrá a sacarnos de este marasmo. Y ya no hay hombres providenciales. -¿Y De la Sota? -De la Sota sí quiere ser el jefe. Pero no entusiasma tanto...
| Solá no quiere adelantar el llamado a elecciones. | | Ampliar Foto | | |
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