Villa Cañás. - Tras los actos de celebración del centenario de Villa Cañás se evaluará la apertura de la bóveda ubicada en el ingreso a la iglesia San José para depositar allí los restos mortales de Juan Cañás, fundador de Villa Cañás, y de su esposa, tal como ellos habían elegido antes de morir. La iniciativa de traerlos a su patria chica ya ha generado polémicas en la ciudad. La existencia de la fosa fue advertida en agosto de 2001, cuando se trabajaba en el mejoramiento del ingreso a la parroquia. Por orden del cura párroco, Juan Riganelli, el espacio fue cubierto nuevamente, ya que se encuentra en la zona de paso para acceder a la iglesia.
Los miembros de la comisión de festejos del centenario han proyectado hacer los estudios correspondientes para traer los restos de Juan Cañás y su esposa desde Buenos Aires a la localidad y depositarlos en el lugar que ellos deseaban que descansaran. Jorge Sesnich, miembro del triunvirato de la comisión, señaló que deberá contemplarse la posibilidad de volver a destapar la bóveda "porque si traen los restos de Juan Cañás hay que colocarlos en el lugar que ellos eligieron, sino no se traen, esa es mi opinión".
Nivelación de pisos con sorpresa
La bóveda fue hallada por los albañiles al intentar nivelar el piso. "Nos encontramos con mampostería y hierros doble T que al golpearlos sonaban huecos", precisó Gerardo Mete, encargado de los trabajos. Los operarios comenzaron a descubrir el terreno y se encontraron con una fosa de 2 metros por 2 metros, con una profundidad de 1,60 metro, levantada en ladrillo, revocada y totalmente terminada.
"En el fondo hay dos bases, estimanos que podría haberse construido catres para futuras sepulturas", dijo Mete. De acuerdo a lo manifestado por quienes coordinaron la obra la mampostería fue realizada con ladrillos de las mismas dimensiones con los que fue construida la parroquia y el revoque efectuado en polvo de ladrillo. Además destacaron el "excelente estado de conservación".
El deseo del fundador quedó documentado en una carta que remitiera Ernesto Cañás, hijo del fundador, al obispo diocesano, Juan Antonio Boneo, el 18 de marzo de 1903 -a menos de dos meses de la inauguración oficial del templo, realizada el 5 de mayo de 1903-. Bonifacio Asenjo Velazco, conocedor de la historia de la ciudad, logró rastrear entre su archivo personal el texto de la misma. "Mis señores padres (Juan Cañás e Higinia Cáceres) se proponen terminar la obra de su propio peculio, dotándola de todos los ornamentos necesarios y donándola inmediatamente, con escritura pública, a esa diócesis destinada al culto divino. No se establece otra condición que la de permitir depositar en el templo los restos del suscripto, Ernesto Cañás y de mi esposa, doña Victoria Ramírez de Cañás, en cualquier época futura, como reciprocidad por haber sido iniciadores de la fundación de la Villa y construcción de la iglesia", expresa la carta.
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