Entre 1609 y 1767 la provincia de Misiones y el norte de Corrientes, y también el sureste de Paraguay y Brasil, fueron escenario de una experiencia sociocultural única en el mundo: las reducciones jesuíticas guaraníes.
Las misiones levantaron poblaciones siguiendo reglas de la Corona Española, aunque adaptándolas a las costumbres de los guaraníes, que además variaban de un pueblo al otro. Su decadencia comenzó en 1767 y durante el siglo XIX los pueblos se convirtieron en ruinas, invadidos por la vegetación y por los hombres.
Fue necesario que se conformara el bloque económico entre Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, para que el Circuito Internacional de las Misiones Jesuíticas fuera reconocido como el primer producto turístico del Mercosur, declarado por la Unesco patrimonio cultural de la humanidad.
Las misiones tenían una estructura básica: una plaza, la iglesia, la escuela y los edificios comunales, además de los escritorios, las habitaciones de los indios y de los religiosos, y el cementerio. De este diseño surgió el trazado de las nuevas ciudades.
Es interesante observar las iglesias barrocas, decoradas con esculturas de maderas policromadas y telas pintadas al óleo, que en el exterior tienen relieves tallados en piedra que representan motivos religiosos y figuras de la fauna y flora nativa.
Lo artístico se alternaba con la producción de yerba mate en la provincia jesuítica del Paraguay, donde vivían treinta pueblos, que alcanzaron gran desarrollo social y tecnológico. Ese crecimiento provocó la ira de españoles y portugueses, que no encontraron mejor forma de aniquilar el proyecto de los jesuitas que expulsar del nuevo mundo a los monjes.
Recorrido por las ruinas
Muy cerca de Posadas, la capital misionera, están las ruinas de San Ignacio Miní, la más importante de las reducciones de Argentina. Al atardecer hay allí un espectáculo de luz y sonido que recrea la lucha del hombre por la superación y el destierro. Frente a sus imponentes muros rojizos se tiene la sensación de retroceder en un rápido viaje hasta el siglo XVII, y es posible imaginar la lucha y el sacrificio de esa epopeya forjada por los padres Marcial Lorenzana y Francisco de San Martín.
Algunos de sus muros alcanzan una altura cercana a los diez metros; en la construcción se usaron piedras de asperón rojo, muchas de ellas admirablemente talladas por artesanos guaraníes, que se encastraban entre sí sin ningún tipo de argamasa. Uno de los aspectos más interesantes de la reducción de San Ignacio Miní son sus ornamentos, esculpidos sobre los gruesos muros que todavía conservan motivos de la flora local, figuras de ángeles y palomas.
A sólo 16 kilómetros de San Ignacio está la reducción de Santa Ana, fundada en 1633 en la región de Tapé, de donde emigró para eludir los asaltos y saqueos de los "bandeirantes", esclavistas portugueses que atrapaban a los aborígenes para venderlos en los mercados de Río de Janeiro y San Pablo.
Finalmente, tras un período a orillas del río Paraná, en 1660 se estableció definitivamente cerca de San Ignacio. En su templo, uno de los más bellos de los treinta pueblos jesuíticos, trabajó el arquitecto Hernando José Brasanelli, cuyos restos descansan en el altar mayor de la iglesia de Santa Ana.
A diez kilómetros de Santa Ana se levanta Loreto, misión originariamente fundada en la región de Guayrá. En Loreto estaba la imprenta donde se editaron algunos de los mejores libros de la época, y también tenía una completa biblioteca.
Otras misiones son la de Santa María la Mayor, con su cárcel de siete celdas corridas, separadas por muros gruesísimos, y su imprenta, que junto con la de Loreto son las que imprimieron los primeros libros publicados en el actual territorio argentino.
Y también las ruinas de La Candelaria, y las de San Carlos, que están en San José, donde se puede visitar un centro de documentación que conserva valiosos documentos sobre las reducciones guaraníes.
En este itinerario, cerca de San Ignacio Miní, está la casa del escritor Horacio Quiroga - convertida ahora en museo- que fue el lugar de inspiración de las más célebres obras del novelista.(Télam).