Mike Collett White
El dictador soviético Josef Stalin no perdía mucho tiempo en formalidades políticas para poder dedicar su atención a vigilar a sus enemigos, fueran reales o imaginarios, revelaron documentos secretos divulgados ayer por autoridades de Gran Bretaña. Los documentos, a los que por primera vez se permitió el acceso al público 70 años después de que fueron escritos, arrojan nueva luz sobre la vida y acciones del enigmático gobernante de la desaparecida Unión Soviética, aunque presentan una visión del temido dictador a través de los ojos de espías y agentes extranjeros. "El (Stalin) no se sobrecargaba con tareas políticas y siempre dejaba bastante tiempo libre a su entera disposición", dijo el informe de 14 páginas, basándose en observaciones de un funcionario del Partido Comunista, responsable del departamento de vigilancia secreta en un comité regional de la organización. El documento, fechado en mayo de 1932, fue escrito poco después de que Stalin comenzara las tristemente célebres purgas contra sus enemigos -la campaña del Gran Terror- que dio como resultado que millones de soviéticos fueran encarcelados o fusilados. El informe describe las "intrincadas maniobras y manipulaciones de la maquinaria administrativa del Partido Comunista de la Unión Soviética (Pcus) con el fin de mantener su posición" a toda costa. También hace el recuento de cómo Stalin, cuyo nombre real era Josef Dzhugashvili, percibía una presunta amenaza dentro de las filas del Comité Central del Partido Comunista, así como entre dirigentes de los comités regionales de la principal organización política de la Unión Soviética, de quienes opinaba que estarían organizando grupos hostiles a su jefatura. Para contrarrestar lo que consideraba un gran peligro, Stalin seleccionaba a los dirigentes regionales del partido y mantenía continua vigilancia de las jefaturas más alejadas del Kremlin, geográfica y políticamente, con la ayuda de su policía secreta y soplones "para asegurarse de que nunca se formaran grupos fuertes o se unieran militantes en forma no autorizada". De preocupación particular para Stalin en ese momento eran los tres funcionarios conocidos como "las Tres K": Lazar Kaganovich, Sergei Kirov y Stanislav Kossior, tres de los dirigentes principales del Partido Comunista en Moscú, Leningrado y Ucrania, respectivamente. Kaganovich era considerado como el sucesor más probable de Stalin, pero el líder soviético se las ingenió para, a partir de 1931, rodear al funcionario con personas que no lo apoyaban e intencionalmente sobrecargarlo de trabajo hasta neutralizarlo completamente. Sus métodos eran rudimentarios, pero muy efectivos. "No existe un bloque formado por las Tres K. Por un lado, tienen miedo a ser considerados traidores por parte de sus camaradas, mientras que por otro se han dado cuenta de que Stalin ya les había quitado el piso", indicaron los documentos. No obstante, las cosas fueron de mal en peor para el connotado trío de K. En diciembre de 1934, Kirov murió de un balazo por la espalda la misma noche que Stalin emitió un decreto en el que ordenaba llevar a cabo en forma expedita los juicios y ejecuciones de las personas consideradas hostiles al gobierno. Con la medida, el dictador soviético ahogó finalmente toda pretensión de una sociedad civil y lanzó la campaña del Gran Terror que estremeció a la Unión Soviética durante la década de 1930. El dictador soviético hizo también escalofriantes alusiones al sentido de temor que inspiraba entre su propio pueblo. "Hay una cierta parte de nuestra población que siente miedo del Poder Soviético y trata de evitar su permanencia al frente del país. Tengo en mente a los remanentes de clases agonizantes, que ya están siendo liquidadas", dijo Stalin. (Reuters)
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