Edgar Denter
La Haya. - En los últimos meses, Pim Fortuyn se había hecho un nombre como "alborotador" del escenario político de Holanda, sumando una notoria cantidad de votos con sus críticas a las prácticas tradicionales del establishment en La Haya. Todas las encuestas de los últimos tiempos mostraban que en las elecciones previstas para el próximo 15 de mayo el controvertido líder ultraderechista podría haber tenido un papel significativo en la política gubernamental. Fortuyn, de 54 años, había defendido en sus años de periodista posiciones más bien de derecha, al tiempo que trabajaba como asesor de holandeses ricos. Se vanagloriaba de disponer de bastante dinero, y viajaba en autos caros con chofer. También ejerció durante años como profesor de sociología. Pero recién en el último año comenzó a trabajar activamente en la política holandesa, y en un principio recaló en el recientemente fundado movimiento "Leefbaar Nederland", del cual se convirtió en candidato principal. La organización hasta ese momento única en Holanda criticó a los partidos gobernantes en La Haya, acusando a los políticos tradicionales de orientar sus acciones muy poco en dirección de los deseos de los ciudadanos. Sin embargo, cuando Fortuyn atacó fuertemente al Islam y sin consultarlo con la conducción del partido defendió posturas muy extremas, el movimiento se escindió de su candidato principal. "Renunciaremos al Tratado de Schengen y al acuerdo de refugiados", había anunciado el político en forma pública. Cada vez con mayor frecuencia señalaba que sería el futuro jefe de gobierno de Holanda y que entonces realizaría importantes reformas, entre ellas al sistema de salud, la educación y las medidas de prevención para la seguridad de los ciudadanos. Cuando el político de calva lustrosa presentó la lista "Pim Fortuyn", tuvo de inmediato un gran éxito. En las elecciones comunales de marzo pasado se registraron en algunas ciudades victorias para su partido. Sólo en el ex bastión socialdemócrata de Rotterdam conquistó más del 34% de los votos, y se convirtió así en el partido más fuerte. Haberse reconocido como homosexual casi no causó daños a su imagen en los comicios. También las llamativas apariciones del elegantemente vestido político, con eslóganes pegadizos y en un tono adecuado, lo hicieron popular. En particular su frecuente afirmación: "Yo digo lo que pienso y hago lo que digo" le valió mucha simpatía. Con esta postura se colocó en clara oposición a la política de La Haya, basada ante todo en el consenso. Esta práctica de los partidos dominantes, según Fortuyn, tornaba cada vez menos transparente al "negocio político". Sus declaraciones impactantes y su promesa de acabar con la rigidez de la clase política tradicional sedujeron a los jóvenes: el 20% de la población de 18 a 24 años se dijeron dispuestos a votarle, según un estudio. Su remedio contra los toxicómanos: "¿Los drogadictos eligen dañarse?, ¡Qué las autoridades les ayuden! ¿Quieren más? ¿Una sobredosis? Ningún problema". A modo, de bienvenida a los nuevos inmigrantes, Pim Fortuyn proponía un cartel indicando que "Holanda ya está llena". Para los refugiados políticos, consideró que una "tienda y un poco de comida" en su país de origen bastaban. (DPA)
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