Año CXXXV
 Nº 49.401
Rosario,
lunes  25 de
febrero de 2002
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Francia celebra a Víctor Hugo, el escritor de la República
A 200 años de su nacimiento, París recuerda la utopía del autor de "Los Miserables" y tribuno contra el imperio

Mañana se cumplirán 200 años del nacimiento del escritor, poeta y dramaturgo francés Víctor Hugo (1802-1885), cuyas obras "Los Miserables" y "Nuestra Señora de París" recogieron las luchas del siglo XIX y fueron fieles a su propia utopía: transformar la sociedad con las herramientas de la escritura.
Nacido en Besançon, Hugo se convirtió en una leyenda que en Francia es celebrada ya desde hace semanas: "Hugo en París", "Nuestro Hugo", "Víctor en el firmamento", escribe la prensa francesa, que dedica largos análisis y biografías al escritor, convertido en un asunto de interés público, con admiración pero también con distancia.
Y es que antes de que el padre literario de Jean Valjean y Gavroche se convirtiera en un santo laico que luchó por la igualdad social y que reclamó al Senado una amnistía para los seguidores de la Comuna en 1871, hubo otro Hugo.
Era un joven poeta monárquico, que fue nombrado por el rey Luis Felipe "par de Francia" y pertenecía a los notables de un régimen que no podía ser más conservador.
Pero ni bien fue elegido representante del pueblo, comenzó a descubrir al republicano que llevaba dentro. Se convirtió en opositor sin contemplaciones a Napoleón III y al imperio. Huyó al exilio a la isla normanda de Jersey y luego a Guernsey. Recién 19 años después, regresó: como héroe y escritor exitoso.
Vida y obra son idénticas en el escritor. Su proceso evolutivo personal y político encuentra su plenitud en la literatura, sobre todo en la novela "Los miserables": con esa obra crítica a la sociedad consiguió el momento culminante de su carrera literaria en Francia y en el exterior.

Literatura y crónica histórica
Hugo era un escritor que dominaba todos los géneros: poesía, novela, teatro, panfleto, ensayo y periodismo. Sólo pocos tuvieron ese talento. ¿Alguien puede imaginarse a Balzac o a Stendhal como poetas? Flaubert inició una ofensiva sobre el mundo del teatro, pero pronto abandonó el intento.
El autor de "Los miserables", en cambio, convenció en todos los géneros, comenzando por la novela "Han d'Islande", que escribió de joven, pasando por los dramas "Bug Jargal", "El hombre que ríe", "Los trabajadores del mar" y "Hernani", hasta los libros de poesía "Hojas de otoño", "Orientales" y "La leyenda de los siglos", entre otros.
En sus novelas, son frecuentes las interrupciones del curso narrativo para aleccionar al lector acerca de, por ejemplo, la batalla de Waterloo o la monarquía de Julio y la presencia de una dimensión mágica que alumbra a personajes, paisajes o historias, convirtiéndolos en fuerzas que luchan en la tierra por favorecer o impedir el ascenso de la humanidad "hacia la luz".
Pero además, Hugo transmite como pocos la imagen de un escritor audaz: a los 20 años su drama "Inés de Castro" fue prohibido. Siete años después corrió la misma suerte su "Marion de Lorme". En 1831 fue sometido a proceso por "El Rey se divierte". De allí sus sucesivos fracasos para entrar a la Academia francesa, hasta ser admitido en 1841.
Lejos de atenuarse por el paso del tiempo, la figura del escritor continúa generando polémicas: hace unas semanas, por ejemplo, sus herederos presentaron un recurso ante la justicia francesa para que prohiba la publicación de un libro que se presenta como la continuación de "Los Miserables".
Emmanuel Pierrat, abogado de Pierre Hugo -el mayor de los hijos del escritor- pidió al Tribunal de Gran Instancia de París la prohibición de la obra, titulada "Cosette ou le temps des illusions" (Cosette o el tiempo de las ilusiones), alegando que atenta al derecho moral del autor.
El volumen -escrito por el periodista Francois Céresa-, provocó un debate en Francia sobre la legitimidad de escribir continuaciones a las obras maestras de la literatura, pero al mismo tiempo le devolvió un guiño cómplice al autor de "Los miserables", haciendo retornar a escena en un contexto muy diferente al que habitó en el siglo XIX. (Télam)


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