Año CXXXV
 Nº 49.401
Rosario,
lunes  25 de
febrero de 2002
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La dirigencia no puede jugar más con fuego

Omar Bravo

La semana pasada estuvo cargada de sinsabores para el gobierno nacional. El presidente Eduardo Duhalde tuvo que negar dos veces vaya a renunciar y soportar que tres importantes dirigentes del PJ reclamaran elecciones adelantadas. Pero lo peor para el Ejecutivo fueron las reiteradas expresiones de pesimismo del Episcopado no sólo sobre la utilidad de la concertación social, sino ya respecto de la propia estabilidad del gobierno ante el creciente descontento social.
Periodistas que hace años integran el aparato comunicacional de la Iglesia relataron a La Capital las dificultades de los obispos para penetrar la coraza sectorial de los participantes en el diálogo, lo que torna ilusorio cualquier solución, o siquiera correctivo, de los grandes males de la Argentina. "Ninguno quiere bajar a tierra", dijo una de las fuentes.
El rumor de que Iglesia se iba a retirar del diálogo paralizó a Ejecutivo el miércoles pasado. "Que no se haya concretado no significa que se esté lejos de ese punto", dijo otro informante. Además de sus críticas públicas y puntuales al gobierno, la dirigencia política, los empresarios, los grupos económicos concentrados y a las empresas privatizadas, la Iglesia observa que, paralelo al diálogo, se hace cada día más evidente un agravamiento del conflicto social.
Pero lo increíble -según dijeron las fuentes- es que en las mismas calles de la city porteña donde se multiplican las protestas de ahorristas acorralados han vuelto a funcionar clandestinas mesas de dinero como en la época de esplendor de la patria financiera. No son pocos los que sospechan que esas cuevas le producen una buena ganancia diaria a los mismos bancos que no le devuelven el dinero a los ahorristas.
El tercer elemento considerado es el desborde que a juicio de los obispos se verifica en algunos medios de comunicación, cuyos mensajes -sin pudor- se identifican cada vez más con los intereses de sus sociedades propietarias. Esta observación también abarca a aquellos comunicadores que están jugados a la dolarización de la economía, por ejemplo.
Incluso, el martes le hicieron pisar el palito al vocero presidencial, Eduardo Amadeo, quien terció en la pulseada con un fallido que casi le cuesta el cargo. "Antes de dolarizar, nos vamos", dijo.
Una muestra de la presión que le pusieron a este proceso los sucesivos pedidos de Carlos Menem, José Manuel de la Sota y Néstor Kirchner para que se adelanten las elecciones son las declaraciones del presidente el viernes al admitir que bien podía suceder así, aunque puso como condición que el panorama se tranquilice en los próximos meses.
Esta semana puede ser decisiva. En la agenda está el acuerdo entre el Ejecutivo y los gobernadores por la coparticipación federal, el tratamiento del presupuesto en Diputados y ver qué respuesta obtiene el reclamo de contribución excepcional a la crisis que la Iglesia formuló a los que más tienen. Será una buena oportunidad de ver si la dirigencia en general, sin distinciones, deja de jugar con fuego.


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