| | cartas Ahora es tiempo de intentarlo
| Nuestro régimen presidencial es cesarista porque se dan las condiciones necesarias para su existencia: un Congreso obsecuente con el que se cubren mutuamente sus trapisondas y un juramente que a nada lo obliga. Que un funcionario prometa desempeñarse con lealtad y patriotismo en el ejercicio de sus funciones aceptando que si así no lo hiciera Dios y la Patria se lo demanden, suena algo así como "y si no cumplo que me agarre el diablo". Así como la Constitución exige requisitos para ser presidente, legislador o juez, debería demandar de estos una declaración jurada de bienes que deberá ser entregada a un albacea para que se haga cargos de los mismos como garantía mientras duren en sus funciones. En segundo lugar, la firma de estos funcionarios debe quedar inhibida para otro uso que no sea el oficial. Se terminarían de esta forma los testaferros, las cuentas fuera del país y otras maniobras. Resultaría simple y rápido para el Congreso incluir esta propuesta en la Constitución porque no hay fisuras para discutir. Pero debemos ser cautelosos con nuestro optimismo porque la historia muestra que cuando se han tenido que anteponer los intereses del país a los bolsillos de nuestros legisladores, se termina el patriotismo. Eugenio Bonateau
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