La devaluación hubiera sido una buena oportunidad pero el momento fue equivocado. Así resumió un grupo de empresarios pymes exportadores de la región el impacto de la modificación del tipo de cambio en su estrategia de comercio exterior.
La ausencia de reglas financieras claras que no permiten fijar precios para la venta fue el reclamo generalizado de un grupo de firmas consultadas por La Capital del sector textil, alimenticio, carrocero y fabricantes de maquinarias para distintos rubros. Reconocen en la devaluación una ventaja competitiva que se hacía necesaria para la colocación de los productos argentinos en el exterior, aunque consideran que llegó en un momento en que las empresas enfrentan un aumento de sus costos de producción en un escenario de completo desfinanciamiento.
Si bien los empresarios ven con buenos ojos la salida del corsé que impuso la convertibilidad -y que fue deteriorando a lo largo de estos años la capacidad competitiva de las exportaciones argentinas-, ésta es sólo un elemento más dentro de un conjunto de urgencias que los directivos consideran clave para el despegue del comercio exterior.
Por caso, citaron en este orden de prioridades: la reanudación del crédito, el reacomodamiento del sistema financiero (llámese salida del corralito), la fijación de reglas claras y permanentes a nivel económico y el establecimiento de una política exportadora "seria" que contemple reintegros en tiempo y forma, entre otras cuestiones a resolver.
"Creemos que la devaluación hacía falta, pero es algo más dentro de otras cosas impostergables como el crédito y la consolidación de esa idea de lograr una alianza productiva, que tanto proclamó el gobierno", explicó Omar Santero, titular de la carrocera Imeca, una compañía que actualmente carroza unidades para chasis de Estados Unidos y ocupa a 150 personas.
Distinta es la realidad que planteó el gerente de la firma Iturrospe (fabricante de prensas hidráulicas) Arnaldo Potalivo. El directivo indicó que para su empresa en particular y las similares del rubro "la devaluación no vino a solucionar nada".
Justifica esta consideración en una serie de puntos: "Nuestros insumos son un 50 por ciento importados y hoy no sabemos qué valor tienen; la brecha entre el dólar compra y el dólar venta es de entre un 10 y 20%, con lo cual compramos insumos más caro de lo que podemos vender nuestra mercadería; no existe financiación en el mercado interno y los extranjeros no quieren comprar en la Argentina porque dudan de la estabilidad del país", sintetizó.
De todos modos y teniendo en cuenta que la conquista de los mercados externos no es una cuestión de días sino que demanda un trabajo regular y prolongado, los empresarios abrieron el paraguas y están ensayando estrategias para lograr aprovechar los beneficios que en el largo plazo les puede aportar la modificación cambiaria.
"En este escenario tenemos puesto el pie en el acelerador para seguir conquistando mercados externos", reveló Miguel Lagruta, titular de la firma Ultracongelados Rosario que exporta panificación congelada a los Estados Unidos y Uruguay.
Para el empresario "tenemos que poder lograr un mejor posicionamiento", tras la devaluación. Mientras y a la espera de que se recompongan los problemas de la coyuntura económico-financiera del país, la firma trabajará por conseguir nuevos horizontes para sus productos.
Otros empresarios en cambio, optaron por aplicar las ventajas que les trajo en lo inmediato el cambio en la paridad peso-dólar a una tarea de promoción externa.
Es el caso de la firma local Kip Fitness Health, que fabrica y exporta máquinas electrónicas para gimnasios. "Con precios de exportación más holgados aprovechamos la diferencia a nuestro favor para invertir en un stand en una feria, mandarles muestras a nuestros futuros clientes, invertir en publicidad en revistas internacionales que consumen nuestros clientes, entre otras cosas", precisó Horacio Moavro, uno de los titulares de la empresa rosarina.
Sin precios fijos
Aunque los empresarios, nobleza obliga, tienen puestos necesariamente sus ojos en una estrategia de más largo plazo, plantean que la coyuntura es tan adversa que licua los beneficios que puede aportar la devaluación.
"Hoy tenemos más de 300 empresas del exterior interesadas en comprar nuestros productos, pero no podemos venderles porque no hay precios", se quejó Rubén Serri, titular de la empresa que fabrica la ropa Archie Reiton.
El empresario "la devaluación es buena, pero llega en mal momento" porque "el 90 por ciento de las empresas está en una debacle financiera".
El mismo escenario planteó Potalivo gerente de Iturrospe . "Nuestros clientes, presentes y futuros, están asombrados porque no podemos darle precios", dijo. Ante eso, "perdemos muchísimas oportunidades de negocios", agregó.
Por otra parte, explicó que "mientras a algunos compradores no les podemos dar un precio cierto a otros a los cuales ya se los dimos no quieren continuar con la relación comercial porque no les interesa negociar con la Argentina", dijo el gerente de Iturrospe, quien recordó que se trata de operaciones por bienes de capital que oscilan entre los 100 y 300 mil dólares.
La ausencia de un precio cierto para la exportación no es un fenómeno mágico sino el resultado de la incertidumbre que reina en el costo de los insumos para la producción, que crecieron por efecto de la devaluación.
Aunque la lógica indica que sólo deberían crecer los valores de los productos importados o con algún componente externo, en rigor en la Argentina, muchos empresarios buscaron cuidar la ropa y aumentaron los precios de las manufacturas nacionales.
Frente a esto, los costos de producción crecieron para los empresarios, indistintamente del destino de dónde provengan sus insumos.
"Todos los proveedores aumentaron sus precios, sean o no productos importados", confesó Santero, de Imeca y aclaró además que el efecto inmediato de la devaluación provocó una modificación en las condiciones de venta. "No sólo crecieron los precios sino que todo se vende de contado", dijo el empresario.
La misma realidad planteó Lagruta, de Ultracongelados Rosario. El empresario relató que "hay costos de producción que subieron al valor del dólar, incluso para productos que no son importados".
Los costos, por las nubes
Si bien es atendible pensar que los empresarios se tendrían que beneficiar porque tienen el mayor componente de costos en pesos y al exportar cobran en dólares, la ecuación no parece tan lineal en la Argentina de estos días.
Los directivos consultados por La Capital reconocieron que sólo la mano de obra se mantuvo en pesos, pero los insumos y el resto de los servicios conexos a la exportación se valuaron a precio dólar, con lo cual, los costos se duplicaron.
A eso "hay que sumarle el costo del riesgo país que también debemos pagar", explicó Moavro, de Kip Fitness Health, quien consignó como tal la crítica situación del país que genera desconfianza en los clientes del exterior.
En un escenario de esas características la dinámica de las relaciones comerciales de las empresas que tienen una estructura exportadora armada se trastocó y debieron barajar y dar de nuevo.
Esto dio lugar a experiencias novedosas y creativas por parte de los empresarios. "Al no poder girar dinero al exterior por disposición oficial, tuvimos que utilizar a nuestros clientes como agentes para enviar el dinero a nuestros proveedores", relató Moavro.