| | Editorial Los barrabravas de Central
| El jueves pasado, el centro de la ciudad fue sacudido por un importante operativo policial. En un principio reinó la confusión porque no se sabía si se trataba de un asalto, un accidente u otro acontecimiento. Nada de eso ocurrió: la policía fue advertida de que un grupo de la denominada barrabrava canalla estaba en la sede del club -Mitre entre Rioja y Córdoba- y acertadamente para prevenir incidentes lo detuvo. En ese mismo lugar ya se han producido hechos delictivos: en el año 1994 un integrante de la hinchada auriazul incendió intencionalmente el edificio. En años posteriores y en varias oportunidades se produjeron tiroteos en plena calle y a la luz del día. Varios integrantes de estos grupos estaban reunidos en la sede con los dirigentes del club. ¿Para qué? No es un secreto que van a exigir colectivos gratis, entradas y dinero. En medio de la crisis y la violencia que no cesa en los estadios de fútbol, los conocidos de siempre pretenden seguir con las viejas prácticas mafiosas, que más de una vez han terminado en enfrentamientos armados dentro y fuera de la cancha. Los diferentes sectores de barrabravas de Central no llegan a juntar más de 500 hinchas. Se juntan, se dividen, se enfrentan y hasta pueden llegar a matarse para mantenerse vigentes. Mientras tanto, la mayoría de los socios y simpatizantes pagan sus cuotas mensuales o las entradas, como corresponde. Sólo un pequeño grupo de patoteros -que son recibidos en el mismo corazón del club, su sede social- tienen la prerrogativa de presionar y extorsionar a los dirigentes. ¿Hasta cuándo puede ser tolerada esta situación? ¿Cómo es posible que la gente que quiere a una noble institución como Rosario Central permita esto? Los barrabravas canallas son un grupo de personas que han sido procesadas por diferentes delitos vinculados a la violencia en el fútbol. Hacen valer sus pretendidos derechos a los golpes y a los tiros y al mejor estilo feudal se dividen sectores del estadio donde aplican su poder omnímodo. Rosario Central, como tantos otros clubes, no podrá sobrevivir si los barrabravas no son desarticulados y despojados de los privilegios otorgados por sucesivas comisiones directivas del club. Los dirigentes tendrán que tomar coraje y actuar porque es imposible convivir con la marginalidad y el delito de quienes siempre han estado bordeando la ilegalidad. O se los combate o fagocitan a Central. Ese es el desafío de los dirigentes, quienes no pueden mimetizarse con estos nefastos personajes a riesgo de ser confundidos.
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